Opinión

Galicia es España

Manuel Huerta

Ya son tres la elecciones perdidas por Pedro Sánchez en sólo 9 meses. Aunque la responsabilidad no es únicamente suya. Este PSOE de la generación pija de dirigentes anclados en la adolescencia, incapaces de mantener la normalidad democrática del Estado a cambio de un sobresueldo, se derrumba engullido por un terremoto de fracasos continuados desde aquel 11 de marzo de 2004 con la llegada al Gobierno de Rodríguez Zapatero, todavía más irresponsable -que ya es difícil- que los Díaz, Luena, Iceta, Sánchez y demás ejemplares de la cúpula socialista.

La tercera mayoría de Alberto Núñez Feijóo es inapelable, rotunda, premonitoria y se acerca a los mejores registros de Manuel Fraga. Con 41 diputados, repitiendo resultado y superando ampliamente el umbral de los 38 diputados que otorgan la mayoría absoluta que alcanzó en 2009, el Presidente gallego es fiel reflejo del sentido común que adorna a todo el pueblo español, no sólo a Galicia. Y tal y como está el escenario del teatro político actual, la esperanza de progreso real de España.

La fragmentación de la izquierda, el hundimiento de los dos PSOE, el de Díaz y el de Sánchez, y la desaparición de Ciudadanos en Galicia y el País Vasco, donde se queda sin representación, hacen de la posible alternativa al actual Gobierno de la nación una auténtica quimera.

Y es que en el PP tienen claro que Feijóo, el eterno delfín, es el relevo en un partido en el que Rajoy no tiene recambios claros. Y sus palabras de anoche son las de la coherencia política: «A los ciudadanos les digo que este gobierno va a trabajar para todos los gallegos, los que nos han votado y los que no, porque primero son los problemas de empleo, de poder llegar a final de mes de las familias, de una Galicia cada vez mejor para todos». Un mensaje desconocido en la gente de la actual izquierda del país, que a falta de apoyo en modo sufragio, permanece rebosante del «recuerdo histórico» de la revancha, la crispación, el odio y el rencor para aunar sus anhelos más sectarios.

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Sánchez es de nuevo el gran perdedor, el ya eterno fracasado, el titiritero de mensaje reiterativo y cansino al que nadie hace caso. En Euskadi, el PSE pierde siete escaños y se hunde en la cuarta posición, superado por el PNV, Bildu y Podemos. “Esto es un desastre”, comentaba un destacado y cercano socialista. “Se han confirmado los peores augurios. Superados por En Marea y hundidos en el País Vasco. ¿Qué más tiene que pasar para que se vaya?”, se preguntaba el coherente dirigente.

El todavía líder del PSOE, cuestionado abiertamente por los presidentes autonómicos socialistas y buena parte del partido, llegará muy tocado al Comité Federal del 1 de octubre, en el que espera obtener de su partido el respaldo para negociar con Podemos y con Ciudadanos un Gobierno alternativo al PP. La secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, también tuiteaba con desolación: «Harta de «‘resultados históricos'» del partido al que quiero tanto, harta de volver a pulverizar nuestros peores resultados…Y ahora qué?»

Feijoó no sólo no se ve penalizado por la crisis económica, por la corrupción o por el surgimiento de nuevos partidos, sino que amplía la mayoría absoluta que ya tenía. La última carta de Sánchez para intentar salvar su culo pasaría por solicitar al PP un cambio de candidato para negociar su abstención, lo que a buen seguro nos conduce a unas nuevas elecciones. Los resultados del PP ante el resto de maraña política -en el País Vasco han mantenido el tipo-, alientan ya la firme posibilidad de que a la tercera va la vencida.

Los resultados de anoche refuerzan a Iglesias en su guerra interna por el liderazgo de Podemos. Su formación se convierte en tercera fuerza en el País Vasco -aunque las previsiones eran las de obtener más escaños- mientras que en Galicia, de la mano de En Marea, pasa a ser el primer partido de la oposición. Ciudadanos se queda fuera de ambos parlamentos, un serio tortazo para Rivera. Porque aunque su partido ha calcado los resultados de UPyD en el País Vasco, se queda sin representación.

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