El campeón español se impuso al austríaco en un partido en el que se le vio sorprendentemente cómodo y con un nivel competitivo altísimo
Martes, 02. 01. 23
A. CASAÑ
Tras casi un año de baja por lesión, Rafa Nadal regresaba esta martes a las pistas para darse esa última oportunidad a la que siempre se resistió a renunciar. Se medía en primera ronda del torneo de Brisbane (Australia) a un compañero de fatigas, Dominic Thiem. El austríaco también está en proceso de volver por sus fueros tras vivir un auténtico infierno por culpa de las lesiones, lo que hacía el partido aún más especial.
Era el decimosexto cara a cara entre ambos, con un balance de nueve victorias para el español y seis para el austríaco, aunque los dos últimos, los más recientes, cayeron del lado de Thiem. El inicio fue de tanteo por parte de ambos. Muy sólidos al servicio y cogiendo ritmo juego a juego, ambos fueron manteniendo la igualdad hasta el 5-5 que marcaría un antes y un después.
En el undécimo juego Nadal volvió a ganar de forma cómoda su saque, pasando toda la presión a su experimentado rival. Y ahí es donde vimos al Rafa de siempre. Agresivo y sin apenas cometer errores, el exnúmero 1 metió una marcha más para llevar al límite a Thiem, que no se había tenido que enfrentar hasta entonces a ninguna bola de break.
No aprovechó el primer punto de set Nadal que estrelló la bola a la red. Tampoco el segundo, que salvó Thiem con un buen saque que tuvo una dificultosa devolución y que sacó adelante con un estupendo remate posterior.
El austríaco cometió una doble falta y propició la tercera bola de set para el español que se le escapó con otro gran servicio. Pero a la cuarta Nadal no falló. En un passing después de un intercambio. No perdonó el balear que se apuntó la manga tras 56 minutos de juego.
Tras un breve paso por el vestuario para cambiarse de ropa, Rafa regresó a la pista con una idea en mente: no bajar la guardia y evitar que el partido se le complicase. Y vaya si lo logró. Empezó el segundo set a un nivel todavía más alto y, además, en esta ocasión encontró la ‘colaboración’ de un Thiem que acusó el golpe anímico y comenzó a dar más facilidades.
El 3-0 inicial dejaba claro que Nadal no iba a dar opciones en su camino hacia los octavos de final, y el guion se continuó escribiendo en esa línea. Intratable al servicio, el español fue a por más y logró una segunda rotura en el sexto juego para poner un 5-1 que remató a placer en un nuevo juego de servicio que le permitió cerrar por todo lo alto su regreso soñado.
Un 7-5, 6-1 en poco menos de una hora y media que le permite llegar en las mejores condiciones posibles a su partido de octavos de final, donde se las verá ante el australiano Jason Kubler, que se impuso al ruso Aslan Karatsev por 4-6, 7-6(4) y abandono.
“Hoy es un día emotivo e importante para mí. Después de uno de los años más difíciles de mi carrera, tuve la oportunidad de regresar después de un año y jugar frente a un público increíble. Creo que a un nivel muy positivo… es algo que nos hace sentir orgullosos. Para todo el equipo, la familia que estuvo ahí todos los días del último año” declaró el campeón de 22 títulos de Grand Slam a pie de pista tras el partido.
Nadal incluso bromeó con el periodista de la televisión australiana cuando este le recordó que acababa de superar a Ivan Lendl en el cuarto puesto de la clasificación de tenistas con más victorias de todos los tiempos.
“Como os podéis imaginar, hoy no fue un día en el que estuve al tanto de esta estadística. Ya tuve suficiente trabajo para concentrarme y volver a la cancha y recordar cómo jugar en un partido profesional” comentó entre risas antes de tener un detallazo con su rival.
“Sé que Dominic también ha pasado por momentos difíciles debido a las lesiones. Estoy feliz de verlo en la cancha. Le deseo todo lo mejor para la temporada” concluyó un emocionado Nadal que se marchó al vestuario con una tremenda ovación.
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