VICENTE TORRES
14. 12. 23
El primero fue el de no felicitar a Milei por su victoria electoral. Y eso que lo tiene fácil: todo lo que no le gusta a Sánchez, en principio, es bueno. Si Sánchez no felicita al nuevo presidente argentino, da con ello una señal clara de que conviene felicitarlo.
Milei es el intento desesperado de los argentinos de dejar atrás el kirchnerismo. Un esfuerzo que merece el apoyo de los demócratas. Va a ser muy difícil, porque aquellos tienen colonizadas las instituciones, igual que el PSOE en España.
El otro error, también muy grave, fue el de criticar a Abascal por una frase que dijo, que además es cierta. Cuando los españoles, sobre todo los que lo han votado, comiencen a notar sobre sus cabezas el peso de los desastres que está provocando el PSOE, por su insistencia en mantener al frente del partido a un tipo tan inútil e incapaz como Sánchez, no van a pensar otra cosa que lo dicho por Abascal.
El poder ejerce un influjo insano en muchos. Abundan los que admiran a Sánchez, el Felón, por el simple hecho de que tiene el poder. Y no lo tiene, los que adoran al poder son, en realidad, esclavos suyos. A un poderoso se le distingue por la arbitrariedad de sus actos. La autoridad es otra cosa, se consigue mediante la virtud. Quien tiene autoridad siempre hace lo que debe hacer, no lo que quiere. La autoridad genera más respeto que admiración. El poder sí que genera admiración, pero boba.
Feijóo seguramente envidia el valor que siempre ha demostrado tener Abascal, y que también ha demostrado fehacientemente Ayuso.
Feijóo debería darse cuenta de que el juego sucio contra Vox le alejará de la Moncloa. Si quiere llegar tendrá que aprender a disputarle los votos a Vox de forma limpia y sin perder la cortesía y la caballerosidad. Y si no se siente con fuerzas, como han detectado los socialistas y le atacan por ese flanco, lo mejor será que deje paso a Ayuso.
Agregar comentario