Una compañera de piso de Arliene Ramos, la primera presunta víctima mortal de Jorge Ignacio P.J., ha relatado ante el jurado cómo se encontró a la chica la noche que pasó con el acusado
Valencia, jueves 16. 06. 22
A. CASAÑ
En la cuarta jornada del juicio contra el presunto asesino en serie Jorge Ignacio P. J., acusado de los asesinatos consumados de Arliene Ramos, Lady Marcela Vargas y Marta Calvo y de los intentados sobre ocho mujeres más en el plazo de 15 meses y medio, administrándoles cocaína de altísima pureza por vía genital bajo engaño, este jueves ha declarado una compañera de piso de Arliene Ramos, la primera presunta víctima mortal de Jorge Ignacio P.J., que ha relatado ante el jurado cómo se encontró a la chica la noche que pasó con el acusado.
«Abrí la puerta y estaba tirada en la cama. Pensé que le había cortado el cuello. Le pregunte qué le había hecho pero ella nunca pudo hablar. Estaba convulsionando sin poder hablar». Así se ha pronunciado esta testigo en el juicio que se sigue contra Jorge Ignacio P.J., supuesto asesino de Arliene, Marta Calvo y Lady Marcela Vargas, y de intentarlo con otras ocho mujeres más en el periodo de 15 meses, desde verano de 2018 hasta el 7 de noviembre de 2019, fecha en la que falleció la última de las víctimas y cuyo cadáver no ha sido aún localizado.
Mañana viernes y también el próximo lunes, servirán para que se continúe analizando el ataque mortal a Arliene, con la declaración de agentes de la Policía Nacional y de médicos forenses. El acusado se enfrenta, tal y como reclama Fiscalía, a 130 años de cárcel por 11 delitos de abuso sexual -tres de ellos como medio necesario para un delito de homicidio y siete para un delito de lesiones-; y un delito contra la salud pública. Por su parte, los padres de Marta Calvo, quienes ejercen en el procedimiento como acusación particular, piden para el acusado la prisión permanente revisable. Otras víctimas personadas en la causa también reclaman esta pena. La defensa reclama la absolución.
La sesión de este jueves se ha centrado en la primera supuesta victima mortal de Jorge Ignacio y ha comparecido una compañera suya de piso, que se ubicaba en la Gran Vía Marqués del Túria de Valencia. Los hechos se remontan al 25 de marzo de 2019. La testigo ha explicado que convivía con la víctima, Arliene, desde hacía 15 días en un domicilio «muy grande» en el que también estaban otra chicas que ejercían la prostitución.
«Chicas a las que le guste la fiesta blanca»
El 25 de marzo acudió el acusado a la vivienda, le acompañó hasta una habitación y él le comentó que quería conocer a chicas a las que les gustase hacer una ‘fiesta blanca’. Entonces llamó a Arliene -cuyo nombre profesional era Elena- y a una amiga suya. Arliene y el acusado se trasladaron a la última habitación de la vivienda, «la más grande y acogedora». La víctima preparó un gin tonic y ambos permanecieron en la habitación alrededor de una hora. «Y fue la peor hora de mi vida», ha asegurado visiblemente emocionada.
Cuando transcurrió la hora, la testigo ha explicado oyó la puerta de la calle pero no cómo se cerraba, lo que le llamó la atención. «Me pareció raro, me levanté y llamé a Elena. Pensaba que algo había pasado. Su puerta estaba entreabierta y estaba todo oscuro. Abrí, entré un poco y la vi tirada en la cama. Pensé que le había cortado el cuello», ha dicho.
Y ha continuado: «Nunca pudo hablar. Le preguntaba qué le había hecho pero no podía hablar. Estaba convulsionando sin poder hablar. Entonces llamé a otra chica e imagino que ella llamó a la ambulancia. Yo no podía, solo quería salvarla». Entre las dos cogieron a Arliene y la llevaron por el pasillo hasta la puerta: «Le salía espuma y sangre por la boca. Ella quería contar lo que había pasado pero no podía. La bajé hasta el patio y ahí me di cuenta de que estaba muerta», ha descrito.
Buscó un taxi para trasladar a su compañera al hospital pero el taxista se negó a transportarla. «Ahí apareció la ambulancia y se llenó todo de policías. Yo me quedé con ellos para contarles lo que había pasado. Al volver a la habitación vimos que había una copa en la mesa y cocaína», ha apuntado para agregar que la víctima «nunca jamás» tuvo epilepsia ni tomaba medicación.
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