ANTONIO SILVESTRE
22.11.21
Entre los cansinos históricos de los talibanes de la prensa local que quieren acabar con el Valencia Club de Fútbol cueste lo que nos cueste a los valencianistas y los escocidos redactores guipuzcanos por la pérdida del liderato por parte de la Real Sociedad, uno lee las reseñas del partido como si de un mundo de locos se tratase.
Se quejan los plumillas de San Sebastián de la dureza del Valencia en el partido de ayer y, como les faltaba tiempo, cargan contra Bordalás, comparando a su equipo con el Getafe que dirigió hasta la temporada pasada y tachando a Melero López de cómplice.
Y como es lógico cuando las crónicas las escriben auténticos fanáticos, la película parece de terror. De terror, claro, de una parte, porque de las entradas del hiperventilado Januzaj desde el minuto uno no mencionan nada, como tampoco de las patadas de Gorosabel a Hugo Duro o la reiteración en las faltas de Guevara y Le Normand sobre Guedes. Tampoco comentan las dos duras entradas casi seguidas de Zubimendi a Soler cuando el valenciansita profundizaba hacia el área de la Real.
Más curioso resulta leer como se quejan de la expulsión de Aritz cuando su propio compañero Remiro aseguraba en televisión -a pesar de Castaño, que quería que dijese lo contrario- que el defensa les había pedido perdón al resto de compañeros por equivocarse en la acción sobre Waas.
Y criticar el arbitraje de Melero cuando dejó de señalar un penalti como la catedral de Burgos de Rico sobre Yunus y mostró hasta 7 amarillas a los jugadores del Valencia, resulta un simple pataleo de niño mal educado.
Aunque lo más patético y en donde demuestran su nulo entendimiento es lo de no reconocer el baño táctico de Pepe Bordalás. Porque que la Real no pudiera desplegar su habitual juego de ataque y creación de espacios se debió a las sombras de Waas sobre Silva y de un sacrificado Carlos Soler sobre Mikel Merino ¿Cuantas patadas recibió el bueno de David Silva? Ya os lo digo yo, ni una. Y lo mismo con Merino, que la única vez que fue objeto de falta clara fue en una contra por agarrón de Gayá.
El entrenador valencianista le dio el balón a Barrenetxea para que intentara las transiciones con Isak por el centro, cerró las bandas con un sobresaliente Foulquier y con el seguro Gayá de siempre y la Real se quedó sin más opción que el disparo lejano o los centros desde lejos a los que respondieron también con acierto Diakhaby y un espectacular Alderete.
Pero comparar al Getafe con el Valencia, con todos los respetos para el cuadro madrileño, es simplemente ser un ignorante o plasmar la fustración que te produce que tu equipo no haya podido superar a un rival con más calidad, que ofreció juego, alternativas y oportunidades de sobra para haberse llevado los tres puntos.
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