ROSA MURIEL / ASÍ ES LA VIDA
28.09.21
Noche sin poder dormir, larga, a veces inquietante, intranquila, nerviosa.
Se vienen a la mente innumerables cosas, secuencias, palabras, promesas… mentiras que me enervan, con miles de preguntas donde poder encontrar miles de respuestas.
Tengo que levantarme de la cama no puedo estar en ella me inquieta mucho más.
Me dirijo a la nevera y siempre cojo lo mismo, mi tarrina de helado de Yogur con limón como si fuese un ritual, sentándome en el sofá empiezo a saborear ese helado tan exquisito que por un momento hace que se me olvide todo lo que me inquieta, pero no, todo vuelve a mi cabeza, pongo música con el volumen suave, suenan canciones que aún remueven más sentimientos, y tengo que quitarla…¡fuera!
Me quedo en silencio ya sin helado ni música, solo con la luz tenue de una lámpara.
No dejo de repasar minuciosamente todos mis pensamientos, el pasado no me preocupa, no siento ni frío ni calor por ese pasado, nada, pienso que el presente es espectacular, con miles de cosas para hacer, proyectos, viajes, vivir, libertad, después de mucho tiempo respiro calma, tranquilidad.
El futuro va unido al presente.
Y vuelvo a respirar profundamente, me doy cuenta de que todo lo que produce mi desvelo, inquietud, nerviosismo no merece la pena, tengo todo lo necesario para ser feliz.
Sin darme cuenta me quedé dormida, relajada.
Por la ventana entra un rayo de luz, un rayo de sol espectacular que hace que esboce esa sonrisa que vuelve a mi rostro y siento una paz enriquecedora. Bien, feliz, ya no recuerdo las miles de preguntas que me hacía esta madrugada de las que no encontraba las miles de respuestas, porque ya no me interesan, tan solo recordé ese sabroso helado de Yogur con limón que estaba tan exquisito.
¡Me gusta tanto la vida!
Y es que de noche todos los gatos son pardos.
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