ROSA MURIEL / ASÍ ES LA VIDA
16.08.21
Esos días que me despierto y digo «allá voy». Agarro mi bolso playero con todo lo necesario dentro, cojo el coche y me pierdo en una de esas playas que tanto me fascinan, donde no importa ir y estar sola.
Alquilo una buena tumbona con su correspondiente sombrilla y…relajación. Allí me dejo caer y llevar, saboreando ese sonido del mar, cerrando los ojos, dejando que vengan a mi mente innumerables secuencias, alejando las que menos me gustan, dejando tan solo esas que me hacen o me hicieron feliz.
Hace calor, es hora de zambullirme en ese mar tan azul, ese mar tan mío, de agua cristalina, caliente, dejándome llevar por las olas, sin importarme que me tiren hacia arriba o hacia abajo, disfrutándolas ¿no es una compañía perfecta?, si, lo es. Y me dejo llevar.
En cierta ocasión dije.. «Si pudiera respirar bajo el mar sería una exploradora con mucho arte…» ¿Encontraría todos los secretos que he ido contando y dejando en sus olas durante años?. Si los encontrase quizás algunos ya ni me servirían, otros los dejaría a un lado y el resto me los quedaría abrazándolos. ¡Porqué han sido tantos!
Lo que allí si encuentro es lo que busco siempre…..paz. Y vuelvo allí dejándome caer en aquella tumbona y bajo la sombrilla, cierro los ojos, escucho a los niños jugar, adultos conversar, no me molesta en absoluto, todo lo contrario, me gusta porque me lleva a mi infancia, volviendo a mi mente esas innumerables secuencias que realmente me hacen y me hicieron feliz.
Siempre hablo del mar, es mi amor platónico, desinteresado, generoso, amor que me da la calma aún en días de tempestad, porque respirar de él me llena el alma. ¡Mediterráneo….eres tan mío!
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