ROSA MURIEL / ASÍ ES LA VIDA
29.07.21
Soy terriblemente imperfecta, nunca me gustó la perfección aunque pueda parecer lo contrario.
Sí, soy imperfecta. Suelo hacer mil preguntas al día, es algo que siempre me gustó y no me callo ni debajo del agua, puedo ser curiosa, muy curiosa o que me importa mucho saber de alguien o de algo.
Me encanta hacer mil cosas a la vez, si no lo hago no me siento realizada ni a gusto, no soporto aburrirme, se me crispan los nervios y es cuando no entiendo como puede haber personas sin hacer «nada», es terrible.
Siempre me gustó viajar, comer en restaurantes raros, hacerme y hacer fotos en lugares mágicos, conocer de cerca la vida de esos desconocidos que habitan en ciudades cuyos nombres poco me importan…. o si.
Me gusta el orden, no me obsesiona mi aspecto físico, aunque soy una coqueta imperfecta, es esencial el aspecto de mi alma y de mi esencia porque no soporto que se ensucie o que alguien se empeñe en hacerlo.
Soy una perfecta imperfecta que jamás calla lo que piensa, si callase estaría mortificándome y eso es algo que jamás permito. Y no solo eso, sino que además lo digo, lo grito, lo escribo y siempre voy de frente, sin tapujos, ni rodeos.
En alguna ocasión soy impulsiva, muy impulsiva. Pero prefiero ser de esas impulsivas perfectas imperfectas que dicen todo lo que piensan, haciendo uso siempre del respeto y educación (aunque a veces me lleven los demonios, que son muchas veces).
Porque si algo he aprendido es que el derecho que una persona tiene en expresarse, es inversamente proporcional al derecho inexistente de una parte contraria que reprime tu derecho a decir lo que sientes. Ufffff.
¡Me encanta esa imperfección tan perfecta y atrevida!
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