Rosa Muriel / ASÍ ES LA VIDA
09.07.21
Desde niña es una de las cosas que más me fascina, ir descalza.
Cuando piso la fina arena del mar, el verde de la hierba y hasta el frio suelo es como una sensación de libertad. Lo malo es cuando piso los miedos, esos ya me sacuden el alma de una forma espeznulante. Miedos que desaparecen pero por situaciones vuelven a mi.
Y es que a veces esta vida se complica, entonces es cuando mis pies pisan alfileres o tropiezan con piedras malditas que no me dejan seguir pisando el suave camino que quiero encontrar, recorrer y disfrutar. Y quiero caminar descalza para sentir esa sensación de libertad, libertad para vivir y amar, donde al pisar no tenga ni alfileres ni piedras, que no quiere decir descalza de sentimientos, porqué de eso voy bien calzada.
Pero quiero seguir caminando con los pies desnudos que es como desnudar el alma, los sentimientos, los anhelos… la libertad de vivir y sentir. Ay del pobre que lleva tiempo zapatos apretados y sus pies tienen llagas que nunca sanan, las tienen enquistadas y les impiden pisar con libertad.
Mejor quitar y tirar esos zapatos que aprietan que hacen llagas y por fin sentir el placer de tener los pies desnudos para pisar sus deseos. Me resulta tan gratificante andar con los pies desnudos, descalzos para experimentar esas sensaciones.
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