La narración llega a un capítulo de transición pero imprescindible para entender las claves de la trama económico-financiera en la que el agente Paco Puig se ha introducido. Recordemos que evasión viene del latín “evasio”, la acción y efecto de evadir o evadirse. Eludir una dificultad, evitar un peligro, “sacar ilegalmente dinero o bienes de un país” fugarse, escaparse (RAE)…
Había recibido la llamada de Juan, anunciándome que conocía un próximo viaje de Gianfranco a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, con motivo de cerrar mis acciones como embajadora de la Unesco, lo que le llevaría varios días. Juan me indicaba que tan pronto conociese el inicio del viaje de Gianfranco, tomaría un vuelo y vendría para poder hablar sin su presencia de mis finanzas y situación fiscal, como le había pedido.
En Milán de confidencias con Juan Ramírez 
Enrique Argente
Tras los nervios que había producido en mí el estreno en San Petersburgo de La Dama de Picas, unida a la insistencia de la periodista de El País con su deseo de conocer dónde tributaba. Insistencia que por fortuna transcurridos los primeros días había cesado, con lo que me encontraba más tranquila, a lo que me ayudaba el volcarme en la preparación del resto de la temporada. Con trabajo había conseguido olvidarme hasta cierto punto, de todos los problemas que me rodeaban.
Parecía que, al fin, había conseguido olvidar a Mario mi ex marido y sobre todo había dejado atrás el sentimiento de culpabilidad que sentía por su situación. El hecho de haber triunfado en mi carrera profesional, me hacía sentir culpable de que él no lo hubiese conseguido, en la suya. Méritos no le faltaban, pero la desgracia de un mal apoyo al ejecutar un “grand batement” y producirse la rotura del tendón de Aquiles de su pie derecho, significó el fin de su carrera como bailarín de clásico.
Lo que vino a continuación fue un periodo negro en nuestra convivencia, adobada por celos artísticos, problemas con el alcohol y las drogas e intentos de agresiones, que por fortuna no se llegaron a consumar. Al final la ruptura tras la muerte de mi padre, el cual siempre intentó ayudarle procurando su rehabilitación y al que nunca Mario llegó a comprender, hizo que nuestra ya débil relación se rompiese definitivamente.
Hoy esperaba a Juan, pero no podía dejar de trabajar en la preparación del ciclo verdiano que para la última semana de Julio y durante el mes de agosto me había contratado, el Festival Arena de Verona. El debutar en este impresionante escenario, tras haberlo hecho en el Mariinski suponía para cualquier cantante el haber llegado a la cima. Desde este momento y en adelante llegaba lo más difícil, el superarse siempre para mantenerse. Así que le había dicho a Juan, que en cuanto llegase me contactase pues estaría trabajando con el director artístico el papel de Amelia en “Un ballo in maschera” donde el personaje creado por Somma[1], si bien no se prestaba a momentos de grandes posibilidades dramatúrgicas, al contrario, Verdi había creado una gran partitura para él.
El personaje de Amelia, siempre he creído, desde mi ruptura con Mario, me venía como anillo al dedo, pues reconocía en mí las emociones vacilantes entre la fidelidad y el amor extraconyugal. Estábamos ensayando la “Cabaletta[2]” del dúo con Ricardo, cuando cantaba:[3]
De repente e interrumpiendo la cabaletta, la señal de recepción de un WhatsApp en mí móvil sonó, lo que motivó la inmediata interrupción del pianista acompañante, la sonrisa de mi compañero de dúo y el enfado del director musical. Quien molesto, dijo:
—Señora, habíamos convenido que nada interrumpiría nuestro trabajo, el señor Sergio dispone de tan solo cinco sesiones para ensaya —Lo siento señor director, pero estoy esperando una llamada por un muy importante asunto personal. Tenía que disculparme con Sergio:—¿No te importa que responda Sergio?… Gracias, muy gentil como siempre… Les pido perdón a todos ustedes, es un instante. Al fin tenía noticias de Juan, leí con avidez el WhatsApp
WhatsApp Juan
He llegado a Bérgamo, con Ryanair (no había otro vuelo) Cenamos en Maruzzella a las 21. OK |
WhatsApp Teresa
OK. |
—¡Ya está!… Podemos seguir. Y por favor maestro, cuando finalicemos la sesión deseo hablar con usted, tenemos que repasar la Bohème, quiero que suene una Mimmi inolvidable.
Tenía tantas ganas de poder hablar con mi asesor financiero, que llegué con diez minutos de anticipación a la hora de la cita. Deseaba sorprenderle con un menú, que conocía era su especialidad en el Maruzzella de plaza Oberdan. No temía equivocarme y así, ganaría tiempo para que cuanto antes me informase sobre los asuntos que me preocupaban. Estaba decidido, le pediría como antipasto una foccacia con olive verdi, de segundo una carne, con una “bistecca alla griglia” seguro que quedaba satisfecho y para finalizar, su postre favorito ¡cómo no!, “panacota”.
Juan con una puntualidad digna de un inglés de la Citty llegó cuando el reloj de la tratoría marcaba las nueve en punto. Por fortuna su aspecto no despertaba más curiosidad que la que puede presentar un señor de mediana edad, mediano tamaño, vestido con un traje de corte clásico y de mediano precio, pero este hombre tan discreto, por fortuna para mí, era un gran profesional y de una adhesión ciega a mi persona. Era la persona que no hubiese despertado ningún interés a un papparazzi, lo que siempre agradecemos los artistas.
—¡Bienvenido Juan! ¿Qué tal tu vuelo?
—Bien, muy bien.
—Pues tengo entendido que esas compañías… ¿cómo les llaman?
—Low Cost, pero no debes hacer caso a lo que se dice… aunque solo sea mirando por tus intereses económicos, te conviene que vuele con esas…ja,ja,ja.
—Lo importante para mí es que estás aquí…. Ya te he pedido la cena… ¿no te importa verdad? Sabía lo que ibas a pedir. Te he pedido una foccacia, una bist…
—No sigas, seguro que has acertado de pleno, gracias querida.
Tras interesarme por sus hijos, Juan hacía bastantes años se había separado de su esposa, no pude esperar al café y le asaeté con mil apremiantes preguntas relativas a mis asuntos, supongo que estropeándole el menú que con tanto cariño había seleccionado para él.
Sin hacer ningún comentario, por las constantes interrupciones y con infinita paciencia fue relatándome todo aquello que me podía tranquilizar, aunque con el tiempo descubrí que se calló o evitó comentar todo aquello que podía suponer algún problema.
—Teresa, sé que te ha llegado a molestar nuestras solicitudes de que te tranquilices, me lo confesó Gianfranco el día que hablamos sobre su viaje, pero yo también debo pedirte que lo hagas. Verás: Respecto al tema de las llamadas de la periodista de El País, he estado indagando a través de un conocido y me ha confesado que es una joven becaría, muy incisiva en sus trabajos, que se ha propuesto hacer un reportaje sobre el pago de impuestos de famosos. Ha intentado contactar con los posibles “famosos” para entrevistarlos sobre diferentes temas y conducir las entrevistas hacía la fiscalidad y el pago de impuestos, a lo cual se han negado prácticamente todos los entrevistados, remitiéndola a sus asesores fiscales. El tema en la redacción del periódico me dice ha decaído mucho.
Nos trajeron los postres, lo cual hizo que interrumpiese su narración de los hechos y al ver la cara de deseo que mostraba ante la dulce visión de la panacota, no pude más que concederle un respiro.
—Descansa un momento y tomate el postre. Dicen que es de los restaurantes, que mejor lo preparan.
—Cierto ¡uuuum! Está buenísima esta panna…—tomó otra cucharadita y continuó—… No debes temer, nada referente al pago de impuestos en España, está todo legal, como lo dispuso tu padre con mi asesoramiento. Tu domicilio fiscal está en Madrid y las actuaciones en los diversos países cumplen con la legislación tanto del país donde actúas como con la española.
—¿Entonces, qué problema hay en que se sepa?
—Ninguno, pero son datos que están protegidos por el propio Ministerio de Hacienda, y que facilita a quien está autorizado por ley en evitación de secuestros, extorsiones y todo aquello que atente contra la libertad o la intimidad de las personas. Además, si los políticos que son quienes hacen las leyes no se obligan a declarar sus patrimonios, ¿por qué tenemos los ciudadanos que hacerlo? Quien quiera saberlo que lo solicite donde y a quién deba.
—Lo entiendo, pero me gustaría poder decirlo sin tapujos y no dar pie a ningún tipo de comentario. Sigue comiendo tu panna, te lo has ganado… ¿Te pido otra?
—No por favor, cada vez que vengo a Milán, me voy con sobrepeso.
—¿Cómo puedes ser tan coqueto Juan? Pero sigamos queda otra pregunta por responder ¿lo recuerdas?
—En efecto, pero para explicarte el entramado empresarial en que nos movemos en estos momentos necesito mostrarte documentos y contratos que he traído y sería mejor que tomásemos un café y fuésemos a mi hotel para mostrártelos.
—No me asustes ¡Tan grave es la cosa!
—No, no…, no es grave, pero si compleja, de cualquier forma, todo se puede explicar —camarero un espresso… ¿tú también tomaras? por favor, que sean dos.
[1] Somma, Antonio. Libretista de Un Ballo in maschera
[2] Aria breve y sencilla
[3] Ahí, sul funéreo letto ov’io sognava spegnelo, ¡gigante torna in petto l’amor che mi fa à!
Próximo martes, capítulo 10: Entre Valencia y Madrid
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