Opinión

El universo, tú y yo

Página Javier Caravaca.

Javier Caravaca

11.06.21

Aquí estamos, en un rincón perdido de cualquier parte de España. Podemos ir en coche a otro sitio, echando unas horas. Y nos parece que está todo demasiado lejos. O muy cerca, según se mire, porque la Tierra tiene un diámetro de casi trecemil kilómetros, lo cual sí parece mucho. Explorarla en coche nos llevaría una vida entera. Ahí está girando sobre sí misma, dando saltitos y pegando vueltas alrededor del sol, a una velocidad espantosa si la comparamos con la de nuestro coche, cienmil kilómetros por hora. Hay que ver. Y, sin embargo, cuando miramos al cielo por la noche, parece que el universo está en calma.

El Sol sí que es grande, tiene un diámetro cien veces mayor que la Tierra, y contiene el 99,9% de la masa del sistema solar. Cada vez que lo pienso me da frío. Nos separa una distancia de más de diezmil veces el tamaño de la Tierra. Si comparamos un kilómetro, que lo podemos hacer andando, con el tamaño de la Tierra, es similar a la comparación entre el tamaño de la Tierra con la distancia que nos separa del Sol. Cualquier adjetivo que ponga se queda pequeño para calificar mi asombro. Todo el sistema solar gira alrededor del Sol, casi un dios para nosotros. Y no es pequeño. En coche, tardaríamos docemil años en alcanzar el borde, si se quedara quieto y no diera vueltas de forma tan vertiginosa. Qué barbaridad.

Pero el Sol también gira, no es nuestro dios, como pensaban los antiguos. Todo el sistema solar gira alrededor del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que toma el nombre de las gotas de leche derramada al amamantar a los dioses griegos. No me digas que no es ocurrente. No quiero ni pensar a qué velocidad girará el Sol, que me mareo. Vista de lejos, esta galaxia no parece muy grande, pero tiene muchas estrellas como el Sol, muchas más de las que nuestra paciencia es capaz de contar, digamos que un millón de millones de estrellas, cuatro arriba, cuatro abajo. Demasiadas me parecen como para recorrerlas todas en coche.

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Visto así, creo que estamos en un rincón muy pequeño, porque la galaxia, ahí donde la ves, también gira, y lo hace con un brío que cuesta de imaginar. Porque las galaxias se apelotonan en cúmulos, enjambres y palabrotas tan inquietantes que aturden con solo pronunciarlas. Y tienen sus propios centros de masas, y giran que da gusto verlas. Ahí estamos nosotros, girando de aquí para allá sin darnos cuenta, mientras abrimos otra botella de vino sin derramar ni una gota.

Hay tantas galaxias que me avergüenza decirlo, como unos dos millones de millones, cada una con su millón de millones de soles. Las magnitudes son tan grandes que ya no sirven los kilómetros ni los coches para imaginar lo lejos que están las estrellas más lejanas. La luz puede ayudarnos. La luz viaja muy de prisa, recorre unos trescientosmil kilómetros por segundo, que se dice pronto. Las estrellas más lejanas que podemos ver están a una distancia asombrosa, la luz tarda en recorrerla diezmil millones de años, agárrate. Eso sí que es lejos, olvídate de ir en coche.

Pero lo más curioso es que el universo se expande a toda leche, y cada vez más rápido. Cada diezmil millones de años duplica su tamaño en todas direcciones. No sé si eres capaz de tomar conciencia. A mí, que tengo los oídos sensibles, me da vértigo. El caso es que una de esas estrellas lejanas, que se encuentra a diezmil millones de años luz de nosotros, tarda todo ese tiempo en enviarnos un rayo de luz. Pero en el mismo tiempo el universo se expande al doble, con lo cual, ese rayo de luz seguirá estando a la misma distancia de nosotros. Nunca llega. Eso nos lleva a una conclusión inquietante: todo lo que está más lejos que esos diezmil millones de años luz no podemos verlo, no lo conocemos. No sabemos qué hay más allá. Quizá lo que somos capaces de observar es una pequeñísima parte de todo el universo. La inmensidad de ese abismo es espeluznante.

Pero ahí no queda la cosa. Si el universo se expande, hay indicios de sobra para sospechar que también gira. Porque todo gira. Quizá en ese giro esté parte de la explicación de por qué se expande, o bien en la estructura del vacío, o bien en la energía oscura, o una mezcla de todo eso y mucho más que de seguro desconocemos. La pregunta que subyace me hiela el alma: ¿alrededor de qué gira el universo? ¿de una estructura más grande formada por millones de millones de universos…? La madre que me parió. Con este razonamiento podríamos proceder ad nauseam y morir de angustia.

Y, sin embargo, contra toda probabilidad, en un rincón de esa infinitud estamos tú y yo, aquí sentados. Tenemos la posibilidad de disolvernos en la insignificancia. Pero también podemos elegir amarnos. Urge tomar una decisión, no nos queda mucho tiempo.

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