Antonio Gil-Terrón Puchades
09.06.21
El ser humano bien podría ser una poesía, nacida de la mano de Dios, llena de correcciones y tachaduras, pero aun así y todo, un bello poema de amor.
Somos seres esculpidos de hermosa imperfección, y es precisamente ésta la que hace perfecta a cada persona, precisamente por hacerla diferente.
Si todos hubiésemos sido creados ideales, no seríamos más que pequeños clones despersonalizados, espejos de la vanidad de un caprichoso dios. Pero Él no es un dios; Él es Dios.
Somos como somos; imperfectos y frágiles seres libres, estallidos de vida capaces de crecer y evolucionar; biógrafos de nuestro destino.
Somos como Dios nos ha creado. No nos agobiemos. Hagamos lo correcto y no nos preocupemos de más. Al fin y al cabo, la perfección no es una meta, sino un camino. Una angosta y empinada senda que llamamos destino, que una vez emprendido, ya no cabe mirar atrás.
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