Rosa Muriel / ASÍ ES LA VIDA
27.05.21
Mirando al infinito y en una noche estrellada ¿nunca os habéis puesto a contar las estrellas? Yo si, lo he hecho y lo hago. Las cuento y les cuento, porqué en cada una encuentro un significado, un sentido, un sentimiento.
Dos de esas estrellas muy brillantes, espectaculares, que me observan, me guían y me protegen, hermosas como ellas solas, que las quiero tocar y no puedo, pero están. Otra que es mi paz, mi lazarillo, que me acompaña desde que nació, que fue creciendo y formándose con un brillo tan especial, como la más hermosa de todas.
Otras dos que siempre están, que me enseñaron tanto y aunque son libres, a veces refunfuñan y sueltan alguna charla que otra, son muy especiales.
Después hay otra a la que le encanta brillar; con ella me río y lloro, tenemos complicidad, hacemos travesuras juntas, pero es tan importante para mi, la adoro, siempre va acompañada de otra, que es su alma gemela, y juntas forman el tándem perfecto.
También tengo mi estrella «revoltosa», la que a veces duerme como «La bella durmiente» o tiene chispas contagiosas que te hacen sentir y brillar, como ella.
Tengo estrellas que me llevan, me transportan a otros lugares. Pero también existen las fugaces… ayyy ¡las fugaces!
Y es que me es imposible contarlas todas. Tengo muchas estrellas, soy tan afortunada de tener tantas… Cada una de ellas son diferentes, especiales, auténticas, brillantes. Y es que mi sistema estelar es tan inmenso…
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