Rosa Muriel / ASÍ ES LA VIDA
08.04.21
Y un día todo cambia. De repente todo cambia. Aquel día te pedí que me miraras a los ojos y vi, me di cuenta que algo pasaba. Observé una mirada de miedo, ternura, rabia, coraje, dolor. Tantas cosas y sensaciones…
Y al mirarte sentí miedo, tuve que callar porque vi una entereza que me heló la sangre, sí, sentí frío, respeto, admiración, ternura y dolor también, al mismo tiempo me reconfortaba. Sabíamos muy bien de lo que se trataba, las dos sabíamos muy bien lo que sucedía e iba a suceder.
Y todo comenzó, a trancas y barrancas, día a día, despacio, al mismo tiempo con prisas, con miedo, impaciencia…, impotencia.
Fue también un tiempo de unión, cariño, respeto, mucho respeto, y claro, risas, muchas risas y muchos llantos.
Transcurrían los meses, largos meses y tiempo. La guerrera pudo con él. De que madera más noble están hechos estos guerreros que se enfrentan a esta batalla , luchando cada día, los que están y los que se fueron, todos son guerreros y todos ganan la batalla de una forma u otra. Siento admiración en el estado más puro.
Y como cambiarían las cosas si hiciéramos en cada momento lo que sentimos. Porque si no crees en nada, si nada tiene significado y sentido, no sería nada posible. Es una lección magistral de vida que aprendemos cuando vivimos de cerca semejante situación. Isabel me dio esa lección.
Hay que valorar todo, hasta el más mínimo detalle un poco más y cada día. Y tú venciste, mi guerrera favorita.
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