El patriarcado

Aristóteles y Alejandro Magno/Aboutespañol.comAristóteles y Alejandro Magno/Aboutespañol.com

Cabría plantearse, en definitiva, si el uso actual de patriarcado deriva de una necesidad descriptiva de los hablantes o por el contrario es un abuso del lenguaje

Valencia, miércoles 10.03.21

Javier Caravaca.-

“En un principio, los sociólogos y antropólogos culturales consideran a la familia como algo que había evolucionado desde la promiscuidad, a través de la poliandria (una mujer con varios maridos) y la poligamia (un hombre con varias mujeres) hasta la monogamia; desde una familia centrada en la madre, hasta el patriarcado, y desde éste a la igualdad de sexos y la democracia. Este punto de vista fue demolido por la evidencia de que no existía, en los distintos pueblos, una correlación entre la constitución de la familia y el estado general de evolución social.” López Ibor – El libro de la vida sexual, 1968.

De las diversas acepciones de la voz patriarcado recogidas en el diccionario, ninguna de ellas nos viene a la cabeza cuando se utiliza en la actualidad. Bien al contrario, el patriarcado nos evoca una suerte de sistema de relaciones sociales instaurado por los hombres en el que se oprime a las mujeres, sustentado en cuestiones sexuales, políticas y de clase, de origen antiquísimo y sobre el cual se vertebra nuestra sociedad. Sin embargo, resulta enriquecedor revisar tranquilamente la etimología del término para conocer el origen de su significado profundo y discriminar el grano de la paja, qué hay de sentido cultural y antropológico y cuánto de abuso del lenguaje. Empecemos.

En primer lugar, destaca que la RAE no recoge en su diccionario este sentido. Lo más parecido es la “organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia.” Como ves, el aroma de opresión sexual no está presente en la definición, y el adjetivo “primitiva” es el opuesto a vigente. Alguien podría denunciar que la RAE omite realidades de forma interesada. Pero conviene recordar que la función principal de su diccionario es de notaría, de dar fe del uso que hacemos de forma común y culta de las palabras, y no de interpretación. Sin entrar en el fondo de la definición, el hecho de que la RAE todavía no se haga eco de ello nos advierte de que su uso no es común. Quizá pronto empiece a serlo y el diccionario lo recoja, pero que aún no esté nos sirve para observar que esa acepción es muy moderna, un sentido nuevo que no existía hasta ahora.

Siguiendo esa línea, la RAE destaca seis acepciones, las cuatro primeras relacionadas con el patriarca, luego volveremos a ellas, y las otras dos exclusivas del ámbito de la sociología, a saber: “Organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un mismo linaje.” También el periodo de tiempo donde predomina tal organización. Esta acepción sociológica es, probablemente, en la que se inspira el uso actual del término. No fue incluida en el diccionario hasta 1992, en armonía con matriarcado, lo cual confirma la modernidad a la que hacíamos referencia. Las cuatro primeras acepciones, por el contrario, datan de los orígenes de la RAE en 1780. No es fácil encontrar textos anteriores la década de 1960 que aludan a ese sentido opresor contra las mujeres. Es más, hasta el s.XXI no se observa un auge significativo del uso de la palabra. Fue en el s.XV cuando se utilizó con más frecuencia, con el sentido original.


“Esas mismas cosas que ha poder el patriarca de fazer en su patriarcado eso mismo puede fazer el arçobispo en su prouinçia.” Siete Partidas de Alfonso X, 1491


Después dejó de ser habitual durante siglos, hasta la segunda mitad del s.XX y, sobre todo, hasta este en el que vivimos. Y es entonces cuando se le da a la voz un nuevo sentido impregnado de las connotaciones ya sabidas.


“Había empezado la rebelión mental, el ¡non serviat!, contra el despótico patriarcado impuesto al sexo femenino desde la llegada de los samurais.” El Japón y su duende, 1964


Rescato, por ejemplo, ese fragmento de Gironella, donde el patriarcado aparece ya destocado de su antiguo significado y vestido con uno nuevo, misógino y despreciable. En el mismo párrafo leemos “aspiraciones de la mujer,” “el mito de la imbatibilidad de sus hombres,” “trataban a las mujeres en un plano de igualdad,” “igualdad de derechos,” etc. Coincide en el tiempo con lo que llaman segunda ola del feminismo, que arranca en la década de 1960. Podríamos pensar que es lógico, pues hasta que no se pone en pie el movimiento feminista no se alude a las iniquidades del patriarcado. Pero no estamos aquí para advertir razones, sino para analizar la pertinencia del significado, para determinar si tiene un origen etimológico en el que apoyarse o si por el contrario es un abuso del lenguaje que se alimenta de motivos que no son históricos ni culturales.

Patriarcado es una palabra compleja, será interesante diseccionarla. Aunque proviene del latín tardío patriarchātus, está compuesta por los elementos griegos patria y arkhes y el sufijo latino -atus. Este último es un sufijo de dignidad, como en principado o arzobispadoArkhes proviene de arkhe, principio o poder, y vendría a ser “el que ejerce poder,” como en anarquíajerarquía o arquitectura. La raíz patria está a su vez compuesta del griego pater y el sufijo -ia, que denota cualidad, como en biología o simpatíaPater tiene una raíz muy antigua, presente en todas las lenguas indoeuropeas, con el significado amplio de “padre.” Patria, por tanto, de raíz griega y no latina, es la cualidad de padre, pero no con el sentido específico de varón, sino más bien de descendencia, de antepasados, de familia. No en vano, la utilizamos todavía así, como un calco del latín, a su vez calcado del griego, por elisión de terra patria, que es la tierra de nuestros ancestros. Entonces, ¿qué significa patriarcado? Quizá algo así como la dignidad, territorio u organización social en la que el ejercicio del poder recae en manos de un linaje. Veamos si tiene sentido.

La génesis de la voz patriarcado hemos de rastrearla a partir de patriarca, que es la palabra latina de donde proviene patriarchātus, que a su vez viene del griego patriarkhês, cuyas raíces ya hemos analizado. En torno del patriarca está todo el sentido etimológico y no en otro lugar. No en vano, las cuatro primeras acepciones de patriarcado que recoge la RAE versan en este sentido: dignidad de patriarca, su territorio, su gobierno o el tiempo que dura su mando. No olvidemos que son las únicas que recoge la RAE antes de 1992. La voz patriarca tiene cinco acepciones. Su uso fue muy común en los siglos XIII y XIV, menguando poco a poco con el paso del tiempo. La primera de las acepciones es la de “persona que por su edad y sabiduría ejerce autoridad en una familia o en una colectividad,” lo cual no deja de ser una sinécdoque, o una metáfora si se prefiere, de la segunda. De hecho, aparece en el diccionario por primera vez en 1925. Observa que en la definición es la persona, sin distinción de sexo, la que ejerce autoridad. La segunda acepción es la más interesante, de donde derivan todas las demás: “alguno de los personajes del Antiguo Testamento que fueron cabezas de dilatadas y numerosas familias.” Esta acepción sí data de 1780. Las otras se apoyan en este significado para tomar por patriarcas a algunos obispos, prelados o fundadores de órdenes religiosas, por comparación con los míticos. Habida cuenta de la antigüedad de la Torá, y sin ánimo de entrar en una discusión filológica sobre lenguas semíticas que pondría en evidencia mi ignorancia, no es difícil atisbar la influencia hebrea en el significado que tiene para nosotros la voz patriarca. Ahora bien, aunque todos los patriarcas fueron varones, y también los obispos y prelados de nuestra era, el sentido de patriarca no tiene tanto una connotación sexual como una inspirada en el linaje, en la descendencia, en la familia.


“Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar. Y le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham engendró a Isaac, y le circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.” Hechos, 7:7-8.

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Es decir, su significado no se construye en torno al padre, por oposición a la madre, o matriarca, sino en relación a un linaje, por oposición a otros. Podemos rastrear vestigios de ello en la palabra padre: “cabeza de una descendencia, familia o pueblo,” “origen, principio,” “autor o creador de algo.” Así también, en plural, padres, es un sinónimo de antepasados.

En consencuencia, podemos concluir que el sentido que se le da hoy al término patriarcado no está inspirado en su origen etimológico, sino que es una invención relativamente moderna. En tanto que sistema de dominación y opresión de género, por utilizar palabras de moda cuyo sentido no entiendo bien, tú me perdonas, no guarda el rigor de pertinencia adecuado. Lo cual no quiere decir que su uso sea incorrecto, sino solamente que ha de ser explicado de nuevo para que podamos entenderlo, pues no tiene relación semántica con el que veníamos utilizando durante milenios. El entorno actual y más común de uso de la palabra patriarcado es el de la política, más concretamente el de la ideología. Es difícil utilizarla con propiedad, pues no tiene un uso descriptivo tanto como propagandístico. Es una de esas palabras que han ido vaciándose de significado para convertirse en una etiqueta que define al que la usa por su sesgo ideológico. Una pista de ello es que la palabra patriarcado aparece en los textos abrigada de otras como matriarcado, capitalismo, ortodoxo, imponer, mujer, sistema, contra, social, poder… mientras que la palabra patriarca la leemos relacionada con Abraham, Constantinopla, primado, ecuménico, clan, dinastía, profeta, Jerusalén, bíblico, venerable, tribu… No lo digo por decir, esa estadística de uso la ofrece la RAE, que maneja datos muy significativos. El distanciamiento del uso moderno de sus raíces semánticas es, por tanto, evidente.

Cabría plantearse, en definitiva, si el uso actual de patriarcado deriva de una necesidad descriptiva de los hablantes o por el contrario es un abuso del lenguaje. Y no me refiero a un abuso inocente, como el que hacemos todos cuando decimos cabrón, como insulto, totalmente vacío de significado, sino al abuso que ejercen algunas personas con capacidad para inocular en un idioma su inclinación ideológica. No sería descabellado, pues el lenguaje no es solo nuestro vehículo principal de comunicación, sino que también condiciona nuestro pensamiento. Incluso hay quienes defienden que el lenguaje es, ni más ni menos, nuestra forma de pensar. Por tanto, manipular el uso y significado de las palabras podría resultar muy útil para condicionar también a las personas. Junto al caballo del patriarcado cabalgan los horrísonos heteropatriarcadoneopatriarcalismoneomachismo y otras ocurrencias que la buena educación no me permite escribir. Te dejo a ti la tarea de descubrir lo que significan y por qué.

No estará de más, en suma, conocer el sentido de las palabras y su origen para mantener la libertad de pensamiento, para que nadie abuse, con el lenguaje, de ti.

Referencias.-

BIBLIOGRAFÍA:

(1960), Reina-Valera 1960 Santa Biblia, Sociedades Bíblicas Unidas. Acceso online.

(2008), Las siete partidas del Rey Don Alfonso el Sabio, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

ENCLAVE.

Gironella, J. M., (1964), El Japón y su duende, Barcelona: Planeta.

López Ibor, J. J., (1968), El libro de la vida sexual, Barcelona: Danae.

RAE: Corpus diacrónico del españolwww.rae.es.

Este artículo es un texto exclusivo para suscriptores de la página literaria del autor que, de forma excepcional y por su actualidad, ha tenido a bien publicar en este medio en abierto.

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