Antonio Gil-Terrón Puchades
03.03.21
Creencias aparte, es posible y hasta saludable, perdonar a quien nos ha perjudicado, pero lo que es imposible es olvidar; obviamente, salvo en los casos de enfermedad cerebral (amnesia, alzhéimer, tumor cerebral, demencia senil, etc.)
Mientras tengamos memoria y vida, recordaremos. La memoria nos permitirá distinguir al amigo que nos quiere, del enemigo que nos odia, del mismo modo que nos servirá para saber en qué punto de nuestra ruta habitual, hay un bache criminal que si lo pillas, te caen hasta los empastes de las muelas.
La memoria es una defensa que tiene el ser humano, que comparte con la mayoría del resto de los animales, dentro del diseño inteligente que rige la Creación.
Ahora la pregunta sería: ¿Se es un mal cristiano por perdonar pero no olvidar?
El cristiano, como cualquier hijo de vecino, puede perdonar pero no olvidar, salvo que le practiquen una lobotomía y le extirpen un trozo del cerebro.
Ningún cristiano debe culpabilizarse por perdonar, pero no olvidar. Si hemos perdonado de corazón, recordaremos lo acontecido de una manera neutra y desapasionada; sin rencor, pero con precaución. Ahora bien, si no hemos sido sinceros en nuestro perdón, ese recuerdo estará marcado por el resentimiento.
Por poner un ejemplo: Uno puede perdonar de corazón a un psicópata que ha intentado envenenarlo, pero lo que no debe es, después de perdonarlo, contratarlo de cocinero; y ello porque el perdón no idiotiza, ni conlleva el olvido, o la amnesia.
Recordamos porque la memoria es una defensa que nos ayuda a sobrevivir.
Ni el cristiano más santo, cuando perdona, olvida, porque el olvido es anti natura. El perdón del buen cristiano es aquel que por sincero, está libre de rencor… aunque no de olvido.
Agregar comentario