Rosa Muriel / ASÍ ES LA VIDA
02.03.21
No hay duda del cambio que se ha transformado en mi piel, en mis pechos, mi cabello, mis caderas, mis nalgas, mi vientre…
Me miro al espejo, directamente a los ojos y entro en una profunda reflexión, acompañada de una enorme sonrisa. Es como conversar con una vieja amiga, que te entiende con la mirada y sabe de qué estás hablando. Mí querida yo, cómo hemos cambiado.
Soy afortunada, afortunada por tomar consciencia de la transformación y entender que el gran cambio viene de dentro hacia afuera. A la vida le he hecho un trueque y le he cambiado una piel tersa, un cabello voluminoso, unos pechos duros por una sonrisa permanente, una serenidad que me deja dormir y un poder selectivo para dar importancia sólo aquello que realmente lo tiene y vale la pena.
Me miro al espejo y me sonrío. El cambio viene desde dentro, y es un cambio maravilloso que se llama madurez.
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