Javier Caravaca / POLÍTICAMENTE INCORRECTO
29.01.21
El pasado día 21 se registró en el Congreso una nueva proposición de Ley sobre la igualdad de trato y la no discriminación. Cabría pensar con inocencia que el fin es noble y que el promotor es bueno. O también que las ansias por regular de los políticos están más allá de las necesidades de la sociedad. De hecho, el texto cita la Constitución del 78 y los Derechos Humanos del 48, junto a los logros de un sinfín de referencias internacionales con unánime consenso a este respecto. Tanto es así que la propuesta confiesa que la regulación y la jurisprudencia sobre la igualdad son amplias y suficientes, pero que la ley es “más ambiciosa.” El asunto ha pasado de puntillas por la prensa, pero debería preocuparnos, vamos a ver por qué.
Detrás de ese título tan amable, la propuesta no pretende legislar sobre igualdad, en el sentido más noble del derecho, porque es obvio que la discriminación no se permite. Sin embargo, se escuda en que existen nuevas formas de discriminación y en la necesidad de regularlas. Conviene recordar lo que dice la Constitución (Art. 14) para ver que no es verdad: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.” El subrayado es mío. “Cualquier otra” significa, aproximadamente, cualquier otra, no hay que ser un gran exégeta del derecho para observarlo.
Así pues, aunque la ley no parece necesaria, dice que pretende garantizar el cumplimiento de las normas, lo cual no es tarea del legislador. Sin entrar en el fondo, algunos detalles asustan: “protección real y efectiva de las víctimas,” “establecer nuevas garantías,” “garantizar y promover el derecho a la igualdad,” “sensibilización y visibilización pública,” “repercusión social y política…” Insisto, observar el cumplimiento de una ley no es tarea del legislador, y hacer política tampoco. El texto quiere establecer “una serie de procedimientos cuya efectividad permiten la tutela y reparación en toda su integridad de este derecho.” Se refiere al derecho a la igualdad, como si fuera algo que nos dan, no una libertad inherente a todos los humanos, algo que nos prestan y deben tutelar y reparar si se estropea. “Prevenir y erradicar,” “garantizar los que ya existen.” Las leyes no previenen, no erradican, no garantizan, simplemente cristalizan la jurisprudencia respecto de la lesión de una libertad. Si no hubiera nada oscuro detrás de todo eso, podría parecer un mero detalle técnico, pero no lo es: la separación de poderes es una garantía de libertad que previene de la corrupción y de la tiranía. El diputado legislador, el ministro ejecutivo, las fuerzas de seguridad y el instructor judicial no deben estar a las órdenes del poder político, sino ser independientes, y delimitar escrupulosamente sus competencias. Sin embargo, hay una intención detrás mucho más sucia.
La ley define aspectos asombrosos que deberían poner en pie de guerra a cualquier persona honrada. Lo hace bajo un velo de ternura maternal que puede despistar a las personas de buen corazón, pero que no debería nublarnos la razón con emociones. Por ejemplo, define no solo un ámbito objetivo de aplicación, sino también uno subjetivo. La ley, todos lo sabemos, solo puede juzgar hechos objetivos, no otra cosa. Define la “discriminación indirecta,” también punible, cuando una acción neutra pueda ocasionar una desventaja particular. Es decir, que si tomas una decisión neutra, no discriminatoria, que subjetivamente alguien considere que puede ocasionar, solo hipotéticamente, una desventaja para otra persona, estás cometiendo un delito. Por esa herida sangra nuestra libertad.
Otro ejemplo, también se pena la “discriminación por error,” es decir, la que se funda en una apreciación incorrecta. Entiendo que se puede meter la pata de forma vergonzosa, como cuando felicitas a una chica por su embarazo y resulta que no está embarazada, pero de ahí a tomarte por delincuente… si alguien pudiera sufrir una desventaja… hipotéticamente… según una valoración subjetiva… Y la cosa puede ser peor si se trata de una “discriminación múltiple,” o una “discriminación interseccional,” cosa que debe ser abominable para quien lo entienda, o incluso una “discriminación interseccional múltiple,” que será la repera, el Sauron de las discriminaciones. Deja sin amparo, curiosamente, la discriminación interseccional múltiple inversa en derivadas parciales, que es la peor de todas. Perdóname la broma, querido lector, pero es que si no aligero el tono de las letras la bilis se me sube a las meninges y me convierto en un cascarrabias lenguaraz y malhablado.
Sin embargo, la ley sí recoge las medidas de acción positiva, es decir, discriminaciones positivas contrarias al criterio de igualdad general, pero que se permiten si su intención es reducir las discriminaciones que políticamente no gustan a la ley. Por ejemplo, puedes discriminar a un varón para que una mujer, en un ámbito subjetivo e hipotéticamente, no pueda sentir ninguna desventaja particular. Lo traduzco al castellano cervantino para que lo puedas leer, porque el escombro burocrático que llena las páginas del texto es insufrible. Mujer, sé que te sentirás ofendida al leerlo, pero no sufras: aunque los políticos, en especial los redactores de esta propuesta, piensen que eres menos que los hombres, que te puedes sentir en desventaja, que necesitas ayuda y protección… las personas normales sabemos que no es así, que eres fuerte como el que más, que tus capacidades son únicas y maravillosas y que tu dignidad está por encima de todos ellos. La igualdad de trato ya la tienes, la has conseguido tú sola, por tus méritos, los políticos no te la han regalado y tampoco te la pueden quitar.
Y si la cosa terminase aquí podríamos estar tranquilos, sería poco más que ensuciar las instituciones, pervertir la separación de poderes, hacer un poco de propaganda ideológica para ganar votos y mostrarse como los únicos seres benditos que se preocupan por los problemas reales que afectan a la desigualdad de trato y a la discriminación, como si España fuese Arabia Saudí, y no España. Pero no termina aquí, sino que aquí empieza lo realmente peligroso. Una vez establecidas las definiciones de los delitos, los cimientos en los que edificar la tiranía, solo falta establecer los mecanismos judiciales para condenar a quien moleste. Por esa herida sangra nuestra libertad, y es una arteria mayor. Veamos la fórmula que propone.
Sobre la carga de la prueba, “corresponderá a la parte demandada […] la aportación de una justificación objetiva y razonable, suficientemente probada.” Recuerda lo del ámbito subjetivo, la razón hipotética, la discriminación indirecta o por error… Sí, va a ser muy difícil demostrar de forma objetiva y razonable y suficientemente probada que no eres culpable de haber tomado una decisión neutra, quizá incluso sin darte cuenta, que hipotéticamente pudiera causar una desventaja en un ámbito subjetivo para alguien. Si no lo demuestras se acredita la discriminación, y, en tal caso, “se presumirá la existencia de daño moral.” Llegados a este punto, te corresponde una sanción de hasta 500.000 EUR y, si lo tienes, el “cierre del establecimiento” y el “cese de la actividad.” Te dejo un punto y aparte para que te lo tragues si eres capaz.
Cabe preguntarse a quién van dirigidas estas sanciones. Lo primero que nos viene a la cabeza es un machista racista fascista turbocapitalista de Vox que discrimina a las mujeres, a los negros, a los pobres, a los ateos y a los de izquierdas. Pero… hay un apartado breve que no debiera pasar desapercibido. Sobre los medios e internet, la ley se propone combatir los contenidos. Sí, combatir palabras, ideas y pensamientos. Pretenden llegar a acuerdos con empresas de internet para la “prevención y eliminación de contenidos.” Y por si fuera poco, la ley permite, de forma cautelar y sin juicio previo, el cese “inmediato y definitivo” de la difusión de contenidos que se consideren discriminatorios. Ya no solo es que si no puedes demostrar lo indemostrable te van a condenar, sino que si dices algo que no les gusta te taparán la boca, de inmediato y para siempre.
Uno podría pensar que no lo conseguirán, pues para ello deberían manipular a jueces, fiscales y policías. Pero eso también se recoge en la ley. Se crearán secciones especializadas en delitos de odio y discriminación, es decir que te perseguirán personas que cobran solo por eso. Las administraciones públicas podrán instar a la Fiscalía a perseguir los delitos. Sí, no solo de oficio, sino que a petición del Gobierno también te buscarán. Los Fiscales recibirán formación obligatoria sobre discriminación, así como los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y la Carrera Judicial. Las directrices sobre discriminación las marcará la Fiscal General. Así lo dice en la ley, no se esconden. Y… ¿de quién depende la Fiscalía? Pues eso.
Y para redondear la ley, el dinero, siempre el dinero. Las administraciones públicas… bla, bla… subvenciones… bla, bla… determinarán… bla, bla… La recaudación de las sanciones irá destinada a promover la no discriminación, a través de las organizaciones adecuadas. Se creará un comisionado para promover la igualdad, uno bien grande, pues despliegan siete páginas de funciones y consideraciones para justificar el gasto. En resumen, en términos de moda, se crearán pesebres y chiringuitos para parar un tren, ahora que hay dinero de sobra.
Así pues, querido y paciente lector, se abre aquí una herida que yugulará tu libertad de forma irreversible. Paralelamente aparecerán más leyes como esta sancionando otros delitos bajo el mismo velo de bondad, delitos de opinión y de conducta a fin de cuentas, que llamarán de odio, de maldad, de insolidaridad, de inmoralidad, de antipatriotismo o de lo que se les ocurra, son hábiles con el lenguaje. No en vano, esta que no versa sobre la igualdad se llama ley sobre la igualdad. Si dices cualquier cosa inapropiada serás silenciado, cautelar e inmediatamente. Te perseguirán personas adoctrinadas que cobran por ello. Serás condenado si no demuestras lo imposible. Te quitarán todo lo que tienes. En definitiva, no quedará nadie que se oponga. Es el camino de la tiranía.
El Estado no es tu amigo ni tu protector. Lo es tu familia y tus seres queridos, esos que no te permiten ver por razones sanitarias. No se confía en el Estado, podría tener buenas intenciones si estuviera gobernado por personas honestas, pero hay que vigilarlo para que no abuse de su poder y se adueñe de nosotros, hoy y siempre. Piénsalo bien y haz lo que consideres. Al menos, si no estás de acuerdo con las leyes que proponen, podrías difundir tu descontento para que el político sepa que no somos todos idiotas.
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