Tiempo de reflexión

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Rosa Muriel / ASÍ ES LA VIDA

02.11.20

Tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas, mayores comodidades y menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, más expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar.

Bebemos demasiado, despilfarramos en exceso, reímos muy poco, nos enfadamos más, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco y vemos demasiada televisión.

Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos demasiado poco a quién nos espera y odiamos muy frecuentemente.

Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir. Añadimos años a nuestras vidas, no vida a nuestros años. Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.

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Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más pero aprendemos menos. Planeamos más pero logramos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar.

Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de personas de gran talla y cortedad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Son tiempos de viajes rápidos por conveniencias, moral descartable, cuerpos obesos y pastillas que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega.

Acuérdate de pasar algún tiempo con tus padres porque ellos no estarán aquí siempre. Acuérdate de decir te amo a quien a pesar de la distancia te respeta, te espera y te ama, y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma. Date tiempo para amar y para conversar, y comparte tus más preciadas ideas.

Y siempre recuerda: la vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.

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