Atlético de Madrid

Kondogbia, lesionado.

Antonio Silvestre

16.10.20

El club que dirige Gil Marín en la sombra y el productor de cine Enrique Cerezo como florero, parece como un nido de víboras hambrientas, amparadas al soslayo de un bufón titiritero como entrenador y de una prensa tan parcial como subjetiva que le proporciona esa imagen de histórico victimismo por el que se le permite cualquier manejo, por falto de ética y respeto que la maniobra resulte.

Y recurren los unos y los otros a la normativa federativa vigente para defender lo que una entidad seria nunca haría y que no es otra cosa que gitanear como buitres sobre un club que por mor de su difícil situación financiera, ha tomado una serie de decisiones deportivas coherentes con su economía, por cierto, como ha sucedido con la mayoría de clubes en este tiempo de ingresos mínimos vitales, pero que no han sido censuradas en otros lares como ha sucedido aquí.

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Los dirigentes del Atlético de Madrid ya demostraron en el verano del año pasado su poca clase cuando quisieron fichar a Rodrigo Moreno sin tener dinero. Seguramente, en otra época y con anteriores responsables valencianos al frente del Valencia, aquella operación entrampada se hubiera acabado por realizar aún a costa de las arcas valencianistas.

Pero ahora es diferente. Ahora hay un concepto empresarial riguroso en la entidad de Mestalla, que intenta sacar la SAD deportiva adelante, a pesar de las enormes dificultades que se está encontrando. La última, por inesperada, la del acoso al corazón de unos aficionados, la mayoría inconscientes de una realidad dramática para la pervivencia del club, por parte de los periodistas locales, cabreados por la hermética incomunicación establecida por Meriton.

Y en medio de la convulsa situación creada por la campaña anti-Lim, llegan las urracas rojiblancas para intentar pescar en río revuelto y llevarse a Kondogbia sin pagar la cláusula, tan ricamente. Y va el francés y creyéndose a los informadores deportivos, se pasa cinco pueblos y publica este tuit dirigido al Valencia CF: «Has destruido un proyecto ambicioso y nos has engañado al entrenador y a mí». Sí, al Valencia CF, porque el presidente es el Valencia CF. Esos mismos informadores que han puesto el grito en el cielo por la salida de «pilares fundamentales». ¿En que quedamos? O la incoherencia de Emery: «El fútbol es sentimiento y pertenencia». No señor, hoy el fútbol es empresa primero que nada. Y luego el romanticismo.

Así que en mi opinión, el señor Kondogbia, que sabe perfectamente la situación de debilidad -a priori- de la plantilla a la que pertenece y que su club no puede ya fichar, debería ser sancionado con toda la dureza que el régimen interno del club lo permita. Y el Valencia debería romper relaciones institucionales con los cuatreros del Atlético, para marcar su territorio, un territorio de inviolabilidad, dignidad y señorío que aquellos no tienen.

 

 

 

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