Vicente Torres
25.09.20
Puede decirse, sin exagerar ni un ápice, que el gobierno que sufrimos, que es el peor de toda la historia de España, además de ser el más caro y más incompetente, es dictatorial. O sea, se trata de un gobierno que se rige por unas normas democráticas, que intenta conculcar siempre que puede, porque no le resultan cómodas ni las comprende y que en la medida que vaya pudiendo las irá derogando y sustituyéndolas por otras que no le coarten el disfrute del poder.
El presidente del gobierno, narcisista y psicópata, comenzó por suprimir toda posibilidad de disidencia en el seno de su partido. Esa actitud es propia de los dictadores. Los socialistas, con carnet o meramente votantes, aceptan eso. Hablar de rebaños que aceptan ir al matadero voluntariamente no es excesivo. ¿Dónde está la pasión por la libertad? ¿Dónde las intenciones solidarias? Desear las cadenas para la población no es propio de gente solidaria. Sin olvidar el sectarismo, si esto lo leyera ese lastre que tiene el PSOE en algún cargo oficial, me bloquearía para toda la vida y más allá. Pocos de esos admiten las críticas y lo bueno es que la inmensa mayoría va a sufrir, igual que todos, las consecuencias de su burrera.
Si lo anterior es por parte del PSOE, por la parte de Podemos y del resto de los apoyos del gobierno los indicios de fervor democrático son inexistentes. No hay. Corre sangre dictatorial por las venas de todos ellos.
A la vista de la catadura moral del gobierno y sus apoyos no extraña que quieran reescribir la historia a su manera, con lo cuál demuestran que saben que no tienen razón. Si pensaran que la tienen, dejarían que los historiadores hagan su trabajo.
Hermann Tertsch ha denunciado sus tejemanejes a la Unión en una carta breve que no tiene desperdicio:
La carta íntegra de Tertsch a los eurodiputados alertando de la ley sectaria de memoria
A los sinvergüenzas no les ha gustado que lo haga.
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