Un vino dorado claro, con destellos de aceituna verde, brillante, limpio, luminoso, bello
Sábado, 29 de agosto de 2020
Javier Caravaca (@CaravacaJavi).- Hoy se cumplen siete años desde que Luis Gutiérrez otorgara el prestigio de los 100 puntos Parker a un vino cordobés, el Don PX Convento Selección 1946 de Toro Albalá. Desde entonces, el público ha sabido reconocer la calidad de los vinos de una bodega que empezó su andadura allá por el 1922, sin dejar de elaborar desde entonces los mejores vinos generosos del marco de Montilla y Moriles.
Antonio Sánchez, dueño de la bodega y enólogo, revolucionó en los años sesenta el mundo de los vinos andaluces con su personalidad y su perspectiva moderna, dotando al terruño cordobés de un prestigio que no tenía, colocando a la uva Pedro Ximénez en el pedestal que le corresponde y dándole protagonismo a los vinos de añadas únicas con largas crianzas estáticas, a diferencia del tradicional sistema de criaderas y soleras.
De este respeto por la variedad reina de la zona y por la tierra cordobesa surge el Fino del Lagar Eléctrico, un blanco generoso extraordinario y muy asequible, que toma el nombre de la antigua central eléctrica sobre la que se asienta la bodega. Si bien es un vino moderno e inteligente, sus raíces de elaboración nacen en 1922. Se trata de un fino con diez años de crianza en bota, pero con una frescura y juventud asombrosa, que tenemos el privilegio de probar a un coste casi ridículo. No puedo dejar de decirlo: si estos vinos se elaborasen en Borgoña y tuvieran la fama de un gran château no podríamos olerlos sin descargar varios centenares de euros de la faltriquera.
Catamos concretamente la fabulosa saca de primavera de 2017 de este Eléctrico del Lagar. Lo probamos en copa amplia y nos enamora el desarrollo y la evolución que tiene. Es un vino dorado claro, con destellos de aceituna verde, brillante, limpio, luminoso, bello. A copa parada ya impresiona por la intensidad de sus aromas. Es muy complejo, muy amplio. Además del característico aroma biológico de las levaduras de estos vinos, de ese recuerdo barril casero de brandy, de duela húmeda, nos viene un perfume de salmuera de olivas espectacular, con notas de raíz de regaliz, de rocas y de sal, más intenso incluso que en las manzanillas de Sanlúcar. Recuerdos de yodo, ligeros matices de nuez cruda, especias sutiles, destellos de clavo, adornan un paisaje maravilloso cuando lo hueles cerrando los ojos. Al paladar llega fresco, también muy intenso y salino, contundente y amplio, que llena toda la boca con un desarrollo enérgico hasta rematar en detalles amargosos exquisitos. En la retronasal vuelve la aceituna amarga, verde y partida, un rastro de hinojo y de almendra amarga, unos recuerdos muy finos y elegantes que refrescan y nos hacen pensar en perfumes de jengibre verde. El vino no se acaba nunca, cada soplo es un océano de sensaciones, de frescura mediterránea, de tradición que mira hacia el futuro.
Cabe destacar que este fino, a diferencia de los jerezanos, se elabora con la mencionada Pedro Ximénez, en lugar de la uva palomino, común en el marco de Jerez. La comparación no es odiosa, sino enriquecedora. La producción del Fino del Lagar Eléctrico no es abundante, pero no le será difícil al lector conseguir algunas botellas en VINOS RAROS.
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