Sentido común y humildad en el entorno del Valencia CF

Peter Lim en imagen del VCFPeter Lim en imagen del VCF

Manuel Huerta

27-08-2020

Pues resulta que si no teníamos bastante con el coronavirus y la crisis económica que ha provocado, que ha afectado de forma sobrevenida a miles de familias y que lleva de calle a todos los papás con la «vuelta al cole», que ha destruido cientos de empleos y autónomos de restauración, pero que, sobre todo, ha dejado un rastro muy doloroso de fallecimientos y desolación en los hogares valencianos, y nos ha cambiado la vida y los afectos a todos, ahora andamos cabreados con la política deportiva que está aplicando Peter Lim en el Valencia Club de Fútbol.

Uno de los problemas que tenemos habitualmente los aficionados con el Valencia es la falta de adaptación, no reconocer la realidad. Porque si bien es muy cierto que nuestro equipo es un club con una historia y un palmarés de títulos dignos del mayor de los orgullos, también es muy cierto que la crisis económica del 2008 afectó gravemente a la economía de la entidad hasta el punto de tener que buscar un comprador que asumiera la gigantesca deuda, cumpliera con los pagos y se comprometiera a mantener el nivel competitivo.

Al margen de considerar si era la mejor solución, que no lo era, la venta, a corto plazo, supuso una inyección de moral para la afición. Lim trajo a tres buenos futbolistas y un entrenador que, aún siendo desconocido para nosotros y junto a los jugadores que ya estaban en el equipo, metió al equipo en Champions y consiguió un récord de puntos en la clasificación. Todo iba bien pero como de costumbre, lo estropeamos: ¡Nuno vete ya!. Lo que pasó después hasta la llegada de Mateu Alemany, mejor olvidarlo.

Con esa deuda más algún otro marrón económico heredado a cuestas, Lim toma decisiones, que son decisiones empresariales, lógicamente muy alejadas del apasionamiento y las ínfulas legítimas pero inoportunas, de un equipo que compita por los títulos. Escucho a gente del fútbol, muy buenos periodistas y grandes exjugadores, decir que Lim no entiende lo que es el fútbol en España y más concretamente en Valencia. Pues es un error. Hoy el fútbol es dinero, negocio más bien ruinoso si no eres un top de Europa. Y eso es así en España, en Valencia o en Singapur. Y en esa toma de decisiones y en función de atender todos los agujeros, se toman una serie de decisiones, insisto, puramente empresariales, para no caer en bancarrota, que es como Peter Lim se encontró al Valencia.

También escucho en el entorno del valencianismo decir auténticas burradas. Que sin Lim está arruinado porque en lugar de 2.200 millones de dólares tiene ahora 1.900 (?). Que si ha destrozado la manida «columna vertebral del equipo», que si traspasa a jugadores jóvenes (que no han querido estar nunca y que por cierto, es lo que anunció que era su plan de negocio en el club, de ahí lo de potenciar la Academia), que si no quiere terminar el nuevo estadio…

Ya no nos acordamos que un día se traspasó a Juan Sol, entonces emblema del equipo, a Mijatovic, a Mendieta, a Piojo López, a Farinós…; o a Villa, a Silva, a Mata o a Raúl Albiol. Aquello si fue debilitar la plantilla y volvimos a ser competitivos. Ya no nos acordamos que cuando el árbitro pita el final en Leganés, con el «salvador» Voro en el banquillo, la inmensa mayoría de valencianistas hubiéramos firmado para que Parejo no volviera a vestir nuestra camiseta. Ya no nos acordamos que con Marcelino pasamos más penas que alegrías, que el juego del Valencia «mejoraba» con mucho el calificativo que le dimos en su día a Quique Sánchez Flores de «barraquero», que nos clasificamos para Champions en el último partido en Valladolid, en lo que era una auténtica final; que eliminamos a Betis y Getafe en el minuto 95, con mucha, mucha suerte y arbitrajes bastante «favorables».

Por cierto, una consideración. Con todos mis respetos, a Parejo -gratis- no lo ha querido ningún equipo de renombre, Marcelino «no encuentra» equipo y Mateu no dirige ninguna gran entidad deportiva, esto dicho de paso. Por algo será.

Con más de 500 millones de deuda, no desaparacer es ya un milagro en nuestros días. Bajemos del burrro, seamos humildes y tengamos sentido común. Ahí tenemos el ejemplo del Málaga. Dejemos trabajar en la empresa Valencia CF S.A.D. a su legítimo propietario y unámonos todos para arropar al equipo, sin más estridencias que gritar los goles de nuestros jugadores, sean los que sean y los dirija quien los dirija y dediquemos nuestros esfuerzos a lucir la camiseta o la bandera del equipo, a hablar bien del Valencia en todas partes, a defender lo nuestro.

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