El único royal del mundo está en Requena

El único vino de uva royal del mundo se elabora en Campo Arcís, Requena, y lo hace Bodegas Pigar. - Img. JCEl único vino de uva royal del mundo se elabora en Campo Arcís, Requena, y lo hace Bodegas Pigar. - Img. JC

El único vino de uva royal del mundo se elabora en Campo Arcís, Requena, y lo hace Bodegas Pigar

Domingo, 23 de agosto de 2020

Javier Caravaca.-  Es un vino rosado, espumoso por el método ancestral, procedente de cepas viejas de uva royal, una variedad prácticamente desaparecida, endémica de la zona, que Bodegas Pigar ha sabido recuperar con paciencia y corazón. La uva es tinta, pero su piel es tan clara que no permite elaborar tintos al uso, de buena capa. Sin embargo, es ideal para hacer vinos rosados de altura.

Racimo de uva royal en el momento de la vendimia de 2019.- Img. JC

Racimo de uva royal en el momento de la vendimia de 2019.- Img. JC

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Juan Piqueras y Susana López elaboran vinos singulares en Campo Arcís, a partir de variedades autóctonas y con un espíritu natural y de mínima intervención. Una de sus especialidades es la recuperación de parcelas abandonadas y de variedades prácticamente desaparecidas, como es el caso de la royal. Otra, la producción de espumosos por el método ancestral. De esa unión surge el Pigar Royal Ancestral 2019. Su gama de vinos es amplia, todos ellos originales y rebosantes de personalidad, ajenos siempre a cualquier patrón convencional.

Catamos este magnífico espumoso en copas amplias de estilo Borgoña, para desarrollar mejor sus intensos aromas y dejar que respirara pronto, por ser un vino tan joven. La experiencia fue fabulosa. Tenía un color precioso e inconfundible, de granadas limpias, de buena capa, intenso y ligeramente nebuloso, debido a la ausencia de tratamientos. Destacaba en su corona un manto de burbuja fina y blanca, liviano, que desaparecía con rapidez y dejaba un hilo de suspiros desde el fondo de la copa. Sus aromas delicados, pero intensos, recuerdan a la repostería de frutas silvestres, a guindas y zarzamoras rojas, a esa piruleta de fiesta de toda la vida, con su olor infantil de feria inconfundible. A la boca venía fresco y muy amable, vibrante, de paso ligero pero carnoso, con esa burbuja delicada y sedosa que se disuelve con amor y deja un final largo y persistente. Al volver aparecieron notas complejas de mil colores, que no eran de manzanas, sino de membrillos, membrillos verdes, crujientes, ácidos y dulces a la vez, con esa aspereza vegetal que el que los ha probado no puede olvidar.

Un vino original y único que no deja indiferente. Algunas de las escasas 850 botellas que se elaboran se pueden conseguir online en Vinos Raros.

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