Acoso en Asturias a los podemitas

Iglesias y Montero en el Congreso - archivo ineIglesias y Montero en el Congreso - archivo ine

Vicente Torres

20-08-2020

Lo del acoso a Pablo e Irene (el autodenominado macho no sé qué delante) parece ser que carece de fundamento. Se quejan de que la fiscalía no hace nada, pero ésta ha respondido que si sus escoltas no mandan el atestado o informe pertinente no pueden actuar.

Se da la circunstancia de que la parejita de marras, que ha llegado a la política española para ensuciarla todavía más, para llenarlo todo de lodo y podredumbre, no siente ninguna simpatía por la verdad. Es más, la detesta, siente por ella un odio patológico. Achacan el improbable acoso a simpatizantes de Vox, pero se da el caso de que en el pueblo al que han ido a recalar no hay ninguno. Es un pueblo en el que la izquierda y la extrema izquierda son mayoritarias y el voto al PP es testimonial. O sea, que no hay acoso y si lo hay se lo hacen los suyos.

Sobre la pintada en la carretera en la que se apoyan para justificar sus lloriqueos, hay versiones. Dicen que está a 35 kms y que lleva tiempo en el sitio.

Otras versiones apuntan a que pueden haberla hecho los mismos podemitas y todas las interpretaciones del asunto tienen como base la desfachatez de los protagonistas. Los hay que piensan que los niños se aburrían en esa casa, que por lo visto les cedió un diputado podemita que previamente no la había declarado en el Congreso. O sea, que todo en ellos conduce a lo mismo, a la miseria moral, al engaño y al fraude.

Otros suponen que han vuelto a toda prisa porque Calvente, el abogado al que despidieron de forma fraudulenta, les está causando verdaderos problemas. Ellos siguen tratando de ensuciar su reputación, de acuerdo con las costumbres chavistas, y procurando que la verdad, su enemiga natural, no logre salir a la luz.

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