Ronda del Guinardó

Img. El Anaquel

Francisco Mares/CRÍPTICO

04-08-2020

Con el culo al aire en la orilla de la cama y bebiendo otra ronda de cerveza San Miguel que donde va triunfa, y más en verano y veroño, meditaba don Cipote, no distinguiendo muy bien entre realidad y ficción, si era o no un sueño lo bien de película que les había ido desde que el viento se llevó todo y de la nada les quitó hasta el hambre llevada a tierra y prometida.

Era el sábado posterior a la muerte de Juan Marsé cuando se produjo la de Olivia de Havilland a los 104 años y pensó el recompuesto galán al tercer día de resucitar de entre los muertos, que no le importaría vivir a cuerpo de rey como en las últimas 72 horas más de 100 años. La actriz más longeva del star system de Hollywood, la única que murió en Lo que el viento se llevó, era la viuda del periodista Pierre Galante de la Provenza, quien de acuerdo con ella, el chef Rainiero de Mónaco y la alta suciedad de la Costa Azul dieron guisa al reparto del plato preparado de la boda (casa y caza) de Grace Kelly. Plató del que ya no comería el padrino de la boda sin derecho a roce sir Alfred Hitchcock en otro cameo sin cama, pese a que los suspenses y suspensos de la Corona hasta la muerte de la princesa ex actriz, en los parajes donde rodó Crimen perfecto, daban no comidilla sino un banquete en buffet libre de obras maestras por devorar.

El sábado anterior, 18 de julio, para no atragantarse con tanta noticia calentita ni dejar la de Marsé en el congelador, no se produjo la del abandono del rey de mérito para irse de vacaciones prolongadas. También sucedió lo no sucedido, porque las noticias de casas y cazas reales salen al ruedo a toro pasado diferido en deferencia para, después de precocinadas y envasadas, venderse como de actualidad en exclusiva de reparto por los medios supuestamente rivales. en un hoy por ti y mañana por mi después, de que galantemente se hayan precocinado a fuego lento la realidad de la misma.

Como buena vieja la noticia, incompleta y a deshora como es de recibo, llegaría tarde en la tarde del 3 de agosto, cuando el rey, sin retraso, ya se había ido dejando en suspense el dónde. Seguramente para otra noticia de última hora, otro día cuando ya esté de ronda por otros sitios, pues demasiado atracón sería tanta info si hay que comer cinco veces al día en pequeñas cantidades o guardar para mañana y pasado lo que no comas hoy, y más habiendo servido el sujeto y objeto (quién y qué) y dejando en la nevera los circunstanciales (dónde, cuándo y con quién) para calentarlos más adelante y hacer gana y ganancia: “como” en un culebrón. Se utilizó como envase para vender la noticia, aunque hijo y padre ya la preveían desde antes de mitad de julio allá por mediados de abril, el formato de mensajería de padre a hijo a lo Juan Carlos Palomo. La receta ya había sido muy utilizada, incluso con el mismo pathos de conmiseración, siendo implementada bíblicamente por iglesias y por Iglesias – en nombre propio o de terceros a la sazón- en sus prédicas vía misiva a los hijos de la militancia, versículando desde tomar los cielos al asalto a tomarlos despacito, pasito a pasito, suave suavecito y ciertamente la perseverancia de quien la sigue la consigue iba ya tomando cuerpo de rey en la sierra.

Dando vueltas a tantos juanes, varias visiones acudían a la mente calenturienta de don Cipote y disparando los flashes de la memoria, registró en su disco duro el trayecto de vuelta del tanatorio donde ya no se dió pie a ir tras los espectros al haberlos ya una vez seguido y conseguido la buena vieja. La viva imagen de la amistad incluso después de la muerte, el amor más allá de hasta que la muerte nos separe, los asaltó cuando como si fueran 7 magníficos, Terenci Moix, Gil de Biedma, Carlos Barral, Juan y José Goytisolo (esta vez se fijó bien don Cipote en que Goytisolo no iba solo y solo faltaba el otro hermano Luis) y Luis García Hortelano, esta vez sí acompañado por Juan Marsé, les adelantaron a la velocidad de la luz. No quiso ya don Cipote molestar al grupo de amigos de la Escuela de Barna, ya que al fin y al cabo y rabo así se hace escuela, y los dejó, vestidos y ligeros de equipaje, irse por fin al infierno.

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Barrio de Horta, Barcelona, 1967/archivo

Barrio de Horta, Barcelona, 1967/archivo

Pese al impacto de esta visión, la que no podía dejar de rondar antes de procesar su registro, sucedió un día después tras la primera noche recuperando y desgastando fuerzas merced al hospedaje de la viuda no de Havilland. Al alba de ese día, de buena y nueva mañana, canturreando con ducha, ‘hoy también puede ser un gran día, plantéatelo así’, la pareja de hecho salió a pasear por la ciudad con más detenimiento que al perseguir a los espectros viéndola en dos patadas. Asomó las dos cabezas y la pancha de Pancho silbando ‘hoy también puede ser un gran día, duro con él’ más viendo solo con el culo al aire a su amo y en estado de trance no quiso interrumpir el flashback de programa doble y se fue pitando con su pijoaparte y con la música a otra parte, a hacer algunas manualidades mientras su recuerdo iba de cabeza de su amo camino de la ronda del Guinardó.

El barrio del Guinardó se comprende dentro del que era un municipio de montaña apellidado Sant Martín de Provensals, creado a partir de las reformas del Decreto de Nueva Planta de Felipe V. Era en la postguerra un barrio oscuro de bandoleros y amantes furtivos que se daban cita sobre todo en la avenida de la virgen de Montserrat, que conecta con el barrio de Gracia y que era una vía siniestra y tenebrosa envuelta en sombras tan negras como el bronceado de la virgen. Hoy, el que fuera barrio por donde pasó la infancia Juan Marsé -quien vivió infancia y juventud en Gracia antes de recalar, distinguido por su crítica a la burguesía, en l’Eixample- y que fuera escenario de sus personajes como el Pijoaparte, se enmarca en el distrito de Horta-Guinardó que comprende parte del antiguo municipio, quedando la otra parte dentro del distrito de San Martín. Algunos creen que habitantes de la Provenza a partir de la conquista franca, se instalaron en la zona dándole el nombre de San Martín y otros dan fe de que San Martín de Tours pasó por allí un frío y castaño día de otoño para prolongar el verano en veroño, que se llamó a partir de entonces el veranico de San Martín (11-11) proyectado en el veranillo de San Miguel o del membrillo (29-9) o en su versión relacionada con Halloween, en el Indian Summer los primeros días de otoño en EEUU y en el invierno sudamericano en el de San Juan, proyectado en el verano de las almas de Ecuador (2-11), por el día de difuntos o en el verano del Niño en Guayaquil, la segunda mitad de noviembre ya próxima a la Natividad.

Don Cipote, no sin ánimo de reencuentro con las almas de Marsé camino del infierno y viendo cada vez más pintadas de ‘Marsé vive’, a medida que se acercaban al Guinardó, se dirigió a la Iglesia de Sant Martí de Provençals que dio nombre al municipio y que hoy es la de Sant Martí Vell. Ubicada en un espacio sagrado protector de los bienes y personas, origen del barrio de Sant Andreu, su visita dejó paso a la Iglesia de las Ánimas , actualmente de San Miguel de los Santos en el barrio de Gracia colindante al Guinardó. Tras recorrer los distritos de Gracia y Sant Andreu volvieron al de San Martín pasando por la Villa Olímpica de Poble Nou, el Besós y el Maresme y al fin hicieron la ronda por el distrito de Horta-Guinardó.

Cuál fue la sorpresa, múltiple para Pancho y no tanta para don Cipote, cuando tras peregrinar por decenas de parroquias seguido del incrédulo servidor que no daba crédito a lo que veía pues nunca vio entrar en tanta iglesia a su amo desde la comunión, observaron como en la parroquia más concurrida para ser miércoles, un despabilado birlado habría las carteras de los fieles al arrodillarse culo en pompa mirando a Cuenca, si no a la Meca por como se doblaban algunas y alguno con los monederos a punto de tomar viento.

-Elemental, querido Pancho, recordaba con otra ronda de San Miguel y memoria de elefante en flash-back haber dicho en el instante en que en una visión anticipada o premonitoria la analepsis se fundió en prolepsis, saltando hasta el sábado siguiente primero de agosto y sintió haber pensado al tiempo que a cada agosto le llega su S. Martín, patrón de Buenos Aires, cuando guiado por la lógica del lenguaje volvió a divisar al vuelo al pájaro de Roque Rocaguinarda de la Roca y el Guinardó.

 

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