El liberal y el socialista

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«Si en lugar de subir los impuestos los bajas a la mitad, digamos del 25% al 12,5%, ¿qué crees que pasará? ¿Se recaudará menos?»

Miércoles, 03 de junio de 2020

Javier Caravaca (@caravacajavi).- 

―¿Para qué pagamos los impuestos?

―Pues para mantener la sanidad y las escuelas, hombre. ¿De dónde te crees que sale el dinero de las pensiones?

―Entiendo. A tu juicio, será más justo subirle los impuestos a los ricos, a las grandes empresas, y los que más tienen que aporten más, ¿no?

―Claro.

―Y si hay que recortar algo, recortes por arriba, ¿no es eso?

―Eso es, ya está bien de que paguen siempre los que más lo necesitan.

―Entonces, el fondo de la cuestión, si lo entiendo bien, es que los que más lo necesitan vivan lo mejor posible. Los impuestos son solamente un instrumento para conseguirlo. ¿Es así?

―Claro, un reparto más justo de la riqueza.

―Dejemos un momento eso del “reparto justo de la riqueza”. Seguramente el concepto de justicia en ese ámbito no es universal, y tu versión será muy distinta de la mía.

―Vaya, ¿no crees que sea justo repartir la riqueza?, ¿mejor que la acumulen los ricos y se jodan los pobres?

―La justicia es un principio moral por el cual cada individuo debe recibir lo que le corresponde y tener la libertad de conservarlo. Si tú le quieres dar otro sentido a la palabra…

―¿Quieres decir que es justo que los pobres sigan siendo siempre pobres?

―Creo que la definición de justicia no dice nada de eso.

―Bueno, en todo caso, sí, la cuestión es que los que más lo necesitan vivan lo mejor posible.

―¿Ves algún problema en ampliarlo a que vivan todos lo mejor posible?

―No, pero primero los que más lo necesitan.

―De acuerdo. Entonces, un sistema que haga que todos vivan lo mejor posible es deseable para ti. En cambio, un sistema que no lo consiga será defectuoso y mejorable.

―Por supuesto. Por eso hay que mejorar el que tenemos.

―Estoy completamente de acuerdo. ¿Te gustaría entonces un sistema que recaudase más impuestos para poder destinarlos a esos servicios que señalabas al principio, escuelas, hospitales, pensiones, etc.?

―Sí, pero que lo paguen los ricos.

―Supongo que quieres decir que no sea a costa de los que menos tienen, ¿no?

―Sí, claro.

―Por ejemplo, estarías a favor de subir los impuestos sobre los beneficios a las empresas, pero no subir los de los trabajadores, ¿verdad?

―Ni más ni menos.

―Pero eso no guarda ningún principio de lógica con el fondo de la cuestión.

―¿Ah, no? Pues tú dirás.

―Habíamos acordado que lo importante era que la gente pueda vivir mejor, ¿no?

―Sí.

―… Y para ello es deseable un sistema que recaude más impuestos, ¿no?

―Sí, pero no a costa de los pobres.

―Ya, ya. Pero subir los impuestos a las empresas no trae como consecuencia un aumento de la recaudación.

―¡Vaya que no!

―No es una deducción lógica. En todo caso, la experiencia demuestra que sucede justamente lo contrario.

―¡Anda ya!

―Vamos a suponer un escenario muy simple. En un país viven 50 millones de personas y hay 1000 empresas. Las empresas emplean a todas las personas que pueden, y los que no están en el paro. Obviamente, habrá personas que sean pensionistas, menores, funcionarios, etc., pero eso no nos importa para el razonamiento. Cada empresa paga en impuestos un 25% de sus beneficios. Supongamos que cada una gana 100 millones de euros. Cada una pagará 25 M€, y entre todas se recaudarán 25.000 M€. Eso significa que el país contará con 500 € por persona, que se podrán invertir en sanidad, subsidios, escuelas, pensiones, infraestructuras, etc. Obviamente, los que están trabajando no necesitan pensiones ni subsidios, de forma que consumen solo una pequeña parte de ese dinero, dejando más para los que más lo necesitan.

―Vale, pero hay muchas más cosas, hay otros impuestos, hay…

―Sí, sí, pero vamos a simplificarlo. Los demás impuestos los dejamos como están. Según creo, esos 100 M€ que gana cada empresa son los que te molestan, los que habría que repartir entre quienes lo más lo necesitan.

―Ah, sí, sí.

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―Vale. Entonces, tú propones subirles los impuestos, digamos, por ejemplo, del 25 al 30%, para que se recaude más.

―O al 50%.

―Sí, o al 100%, está claro.

―Pues sí, los beneficios que los tengan los que trabajan.

―Entiendo. Pero eso es otra cuestión, desaparecerían todas las empresas.

―Pues se nacionalizan. Si son buenas para dar beneficios privados también lo serán para dar beneficios públicos.

―En teoría podría ser, si las personas fueran de otra manera, pero son como son. El Estado puede crear todas las empresas que quiera, pero no es capaz de hacerlas rentables. Simplemente porque las personas no tienen la iniciativa de esforzarse por aquello que no les va a traer ningún beneficio personal.

―Eso no tiene por qué ser así.

―No tiene por qué, pero así es. Hay personas que son muy esforzadas y generosas, pero no es la norma. A la gente le gusta prosperar, esforzarse y recibir la justa recompensa, vivir mejor. A cambio de nada, solo por conciencia y solidaridad, no funciona. Todos los experimentos al respecto han fracasado. Puedes criticar la condición humana si quieres, pero eso es otro debate.

―Bueno, ¿y qué tiene que ver eso con lo de subir los impuestos a las empresas?

―Pues veamos. Si subes esos impuestos del 25% al 30%, o al 50% como tú dices, las empresas tendrán la necesidad de replantear su negocio y, las que puedan, trasladarán su sede a otro país con menos impuestos.

―¡Qué hijos de puta!

―Es un ejemplo nada más. Es legítimo proteger tu inversión. ¿Qué tiene de malo poner una tienda de ropa en Portugal y vender pantalones en España?

―Nada.

―¿Y qué harías tú si tuvieras una tienda en España y perdieras la mitad de los beneficios en impuestos? ¿Qué harías si en Portugal pagaras la mitad de impuestos?

―Yo no me iría a Portugal.

―Vale, pero ¿no crees que es legítimo que alguien se plantee trasladarse?

―Sí, eso sí, cada uno que haga lo que quiera.

―Bien, pero… de eso se deduce una curiosa consecuencia que no habrás pensado.

―A ver.

―Si en lugar de subir los impuestos los bajas a la mitad, digamos del 25% al 12,5%, ¿qué crees que pasará? ¿Se recaudará menos?

―Obviamente, si antes se recaudaban 25.000 M€ pues ahora la mitad, 12.500.

―Pero se te olvida lo más importante: las empresas del entorno se verán atraídas por esa ventaja fiscal y estudiarán la manera de trasladarse a ese país. Supón que la rebaja de impuestos atrae a otras 1000 empresas, que también ganan 100 M€ cada una. Ahora habría 2000 empresas, y con el impuesto del 12,5% se recaudaría lo mismo que antes.

―Pues sí, lo mismo, pero entonces no se gana nada con el cambio.

―Se gana muchísimo. Esas 1000 empresas nuevas generarán una cantidad enorme de puestos de trabajo. Eso se traducirá en un menor gasto en subsidios y en mucha más riqueza disponible para escuelas, hospitales y pensiones. Además, las empresas producen bienes y servicios, la sociedad tendría disponible el doble de recursos. En eso consiste el progreso.

―Lo pintas muy bonito, pero, ¿y si no acuden esas 1000 empresas nuevas, como pagas todos los servicios públicos?

―Afortunadamente, eso ya se ha probado. Irlanda, por ejemplo, que es un país de la UE, fue rescatada en 2010 después de la crisis financiera. Los ingresos por impuestos habían bajado muchísimo, debido a la pérdida de productividad y al desempleo, y los gastos se habían disparado, por lo mismo. La situación era calamitosa, parecida a la que tenemos hoy aquí. Los impuestos allí para las empresas son del 12.5%. Sin embargo, desde la crisis ha ido aumentando la recaudación por impuestos todos los años. Ahora es el triple de la que tenían cuando fue rescatada, el triple, sin subir los impuestos. El país ha estado creciendo desde entonces a tasas superiores al 5% anual. En 2019 tuvieron un superávit presupuestario del 0.4% del PIB. Los recursos para los servicios públicos son mayores que nunca. El salario medio ha crecido un 17% desde el rescate, el doble que el de España. La mitad de sus ingresos por impuestos a empresas provienen de grandes multinacionales que han trasladado allí su sede. Quizá conozcas algunas: Apple, Google, Microsoft, Facebook, Dell, Kappa, Johnson, Oracle, Ryanair, Pfizer, Kingston, Sandy, Adobe, Abbot, Intel, Gilead, Linkedin, Salesforce, Amazon, Aldi, Lidl, Twitter, Kellogg, Vodafone, SAP, Sanofi, Volkswagen, Verizon, Schneider, IBM, Caterpillar, Heineken, Virgin, Baxter…

―¿Todas esas…?

―Eso no es nada, mira, aquí tienes las 1000 más importantes.

―¿En serio?

―Mira, solo las diez primeras generan 350.000 millones de euros de negocio, que es casi el presupuesto del Estado de España. Solo esas diez generan 400.000 puestos de trabajo directos, y te aseguro que son trabajos muy bien remunerados.

―Vaya…

―¿Qué crees que pasaría si subieran los impuestos al 25%, como en España? ¿O mejor aún, al 50%, para repartir la riqueza de una forma más “justa”?

―…

―Lo importante es que la gente viva lo mejor posible, que tenga igualdad de oportunidades para perseguir sus ilusiones, que tenga libertad para llevar a cabo sus planes de vida y que el entorno sea propicio para que lo consiga. En eso parece que estamos todos de acuerdo. Cuál sea el mejor sistema para alcanzar ese objetivo es algo que requiere reflexión, criterios científicos, buena fe, una mirada desapasionada y ni una gota de ideología política. La ideología consiste en cómo cambiar el mundo para que se ajuste a una teoría preestablecida. La política, libre de pasiones, solamente persigue la mejor manera de adaptarse a la realidad. En eso consiste el progreso. Es necesario barrer todos los días la casa de prejuicios.

―Pero tú también tienes prejuicios, tienes una ideología liberal…

―Yo defiendo la libertad individual y la igualdad de todos ante la ley. ¿Crees que eso son prejuicios ideológicos?

―No.

―Pues eso es todo, no tengo otra pretensión. ¿Y tú?

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