¿Dónde queda el perdón de los muertos?

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Antonio Gil-Terrón Puchades

24-05-2020

¡No vamos a dejar a nadie atrás!, repite con cara de muñeco de cartón piedra, Pedro el sepulturero, coreado por el siniestro jorobado de Galapagar… A nadie vivo, digo yo.

No nos toca a nosotros perdonar; tan solo no olvidar, no callar, algo que ni con todas las “paguitas” del mundo se pude comprar. ¿Aló Presidente?

Perdonamos, o no, a quién nos hiere, a quien nos ofende, a quien nos arrebata lo que es nuestro; pero lo que no podemos perdonar es a quien nos ha robado la vida, entre otras cosas porque ya estamos muertos.

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Así, los familiares de la víctima podrán perdonar o no, al culpable, pero lo único que estarán exculpando será el daño emocional y material que les afecte a ellos, nunca la muerte producida, porque no son ellos los muertos.

Perdón; perdón; perdón… Perdonará en el nombre de Dios el cura en el confesionario. ¡Pero dónde queda el perdón de los muertos!

Y qué decir cuando son los gobiernos los que graciosa y generosamente perdonan mediante indultos, amnistías, borrones y cuentas nuevas, gracias especiales, y demás blanqueos, unas muertes que nunca fueron suyas, porque no fueron ellos los muertos…

¿Dónde queda el perdón de los muertos?

 

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