Nova Plantá

Ricardo Balaca y Orejas-Canseco (1844-1880), Batalla de Almansa (1.862), Mueso del Prado./Img. ArteRicardo Balaca y Orejas-Canseco (1844-1880), Batalla de Almansa (1.862), Mueso del Prado./Img. Arte

Francisco Mares

25-04-2020

Después de comer y sobre todo beber, a las tres en punto de la tarde del 25 de abril de 1707 empezó, dentro del programa de la guerra de Sucesión, la batalla de Almansa entre maulets (partidarios de las tropas austracistas favorables a respetar los fueros y leyes propias del antiguo Reino de Valencia) y botiflers (tropas borbónicas en favor del centralismo peninsular). A las cinco, la derrota de los paisanos más avanzados de Hitler en el campo de Almansa conllevó la ocupación del Reino de Valencia, la supresión de los Fueros y el fin de la Corona de Aragón merced a una serie fuera de serie de Decretos de Nueva Planta. Sin embargo, los devotos del apostólico y sacrosanto imperio romano y germánico del aguilucho de los Austrias no desaparecieron y menos donde, finalizada la batalla, más oposición hubo a los borbones que tuvieron que reconquistar uno a uno otros campos. Los más hostiles fueron los de la Costa Blanca (la costa aria levantina equivalente a la Gandía del vaya, vaya aquí no hay playa). Desde el fin de la segunda guerra mundial, Jávea o Denia acogieron un éxodo de alemanes expandido de allí a Baleares y de acá a Sudamérica donde se instalaron las maletas del totalitarismo con equipaje de república bananera: che que bueno que viniste. Pero el campo más tocapelotas fue el 1o del calendario tras Almansa: la insigne ciudad natal y papal de Borja donde aún cuelga un animado cuadro invertido de Felipe V a quien llamaban el Animoso. La socarrá de Xàtiva y su cambio de nombre por San Felipe fue el castigo pero en respuesta a la cremá de la ciudad sin fallas de por medio y por dejarla hecha un cuadro el del rey acabaría colgado boca abajo a partir de 1940 al acabar la guerra civil y con la venia del fascismo ya en guerra mundial. La flama austracista de los maulets prendió más en Cataluña, donde sigue encendida, y Mallorca (isla donde para saber qué comer conviene saber leer y verse el Der Spiegel).

En Valencia la marcha del 25 de abril, equivalente del 11 S catalán, siendo siempre minoritaria, fue más reivindicativa durante los años precedentes al gobierno del cambio. Tras coparse trono y sillón, como en un auténtico acto de constricción y arrepentimiento sin llegar a fustigarse, se guardaron las esteladas ya sin independencia de salir del armario y se abdicó de las proclamas contra el Borbón dadas a golpe de bourbon y bourbon y cazalla de garrafa antes de ser eméritas. En política el discurso varía de la noche a la mañana en función de la historia. A Sánchez en eso no le ganan. Los actos conmemorativos de la diada valenciana pasaron a mejor vida siendo más matinales y educados para la ciudadanía con actividades más austeras y menos nocturnas y de viva la pepa pese a contar ya con presupuesto oficial. Hoy es un respiro para el gobierno que no se pueda celebrar y Oltra, que no decía ni pío, lo ha aprovechado para augurar que no se sabe si las fallas tendrán nueva plantá.

Vaya por delante sin minimizar que la Crítica que es digna de verse, por su esencialidad en correspondencia con la de su objeto, es la cinematográfica (y de arte en general) y no la política. Pero sin estrenos a la vista y como la realidad supera a la ficción, construida también por los historiadores de la actualidad, no queda otra que considerarla imprescindible en estas circunstancias, sin dejar de reafirmar la necesidad de no dar tanto pábulo a la política y sin incurrir en coartar la libertad de expresión.

Mañana toca a su fin el que se podría llamar Decreto de Nueva Planta por ser el de la primera prórroga prorrogada de la reclusión que empezó con la calle ya plantá de algunas fallas. Pero también por apreciarse en su justa medida y compostura la nueva planta que se ha gastado el presidente de la España descendiente de la guerra de sucesión.

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Tanto el presi como su portavoza se presentaron con estilo blaugrana al control de recuperación a toro repasado tras haber suspendido por todo lo alto en forma y fondo. Ni el culé Zp sacó tales colores aunque con él no había crítica al no haberse sustituido aún las franjas amplias por tiritas o cuadrados. No sería objeto de la Crítica volver a describir una serie de correspondencias sin fin si no fuera porque su serialidad es propia de las ficciones de enredo que en lugar de llegar a un fin o solución prolongan el discurso del relato por no tenerla su historia o por no importar tanto como captar la audiencia y voto por la imagen de las formas (discurso verbal o no verbal) en vez de por la historia (los hechos). La lucha por el relato que se guisan como Juan Palomo la política y el periodismo ha estado marcada en las sesiones de control por la diferencia que hay en narratología entre historia y discurso.No se puede extender en rigor la cuestión a la poesía aunque Casado fuera de conceptista contando el número exacto de palabras del discurso de Sánchez, acusado de culteranista, al decirle que no había dicho nada en resumidas cuentas.

La referencia a ser todos un equipo del discurso dominical del día 19 por parte de la autoridad militar se metió en camisa de once varas con la crítica al abogar por minimizar hasta la del windows tras criticarse la ventana de la Ser y de la Sexta por su visión del control de desacuerdo de los pactos de Moncloa.El juego de equipo se revistió en recuperación del control por el presi, para hacer piña, en chaqueta y camisa azules y corbata roja. Similarmente, Lastra hizo piña sin dar piños y vistió chaqueta parda para no liarla y camisa rosa de pico con escote no clasificado S.

La corbata del presi serializaba otra vez sacar los colores a la oposición para abrir boca antes de abrirla dejando plantado con estilo de nueva planta a Casado por su objeción en el control anterior sobre los muertos que harían falta para cambiar el color de su corbata con lo cual este respondía por decírsele que no se pusiera colorado maximizando como luego Lastra errores mínimos o inexistentes. La corbata del presi contenía conceptistamente en una imagen toda esa serie de correspondencias como resumen del capítulo anterior. Sin embargo, el cultivo de la poesía al que se ha entregado un presidente afanoso de autenticidad no se ha correspondido sino con lo improcedente de su mester y menester que enturbia más que hace brillar un discurso vacío con más incerteza lo que en lugar de minimizar le maximizan las críticas. El salpique alcanza a la profesionalidad de un cuerpo en cuya representación se ha visto la imagen más auténtica de toda la serie de comparecencias. Aunque hasta el presi ha ensayado el registro de la conmiseración nada ha sido tan real como la visión de unos ojos, espejo del alma, que no empañados en campos tan afectados por el duelo como Intxaurrondo se tornaban vidriosos por haber de pagar los platos rotos tirando toda una trayectoria por la ventana. La autenticidad ante tal minimización era también sinceridad al no desdecirse de lo de minimizar la crítica ya que seguramente no fue un conceptualismo de su invención.

Volviendo al otro duelo Casado, como Sánchez, iba preparado para anotarse un tanto a las primeras de cambio del encuentro yendo de luto con chaqueta y corbata negras en señal de duelo. Duelo no verbal que serializaba el duelo dialéctico en que cada uno trataba de sacar los colores al otro. El presi le sacó los colores con su corbata ya que Casado no se puso colorado y este con la suya le cambió el color de luto por los muertos. El inicio y fin de la intervención de Casado estuvo muy medido :empezó contando las palabras del discurso del presi y acabó comparándolo con el Titanic rehuyendo ser » la orquesta de un barco que se hunde, capitán Sánchez». A mitad, no faltó respuesta por citar el presi el Financial Times en el control anterior: Casado citó críticas de diarios en todos los idiomas.

La Nueva Planta de Sánchez corrigió el porte ante Abascal (quién le volvió a pedir dimisión) siguiendo el dicho de Lastra de acallar críticas a latigazos y le sugirió flagelarse por sólo faltarle arremeter contra sí mismo al criticar a todos. Y es que quan el mal ve d’Almansa a tots alcansa.

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