Si en falles no folles en pasqües no falles

Festival Marenostrum

Francisco Mares

11-03-2020

Como diario de influencia y no de referencia, cabe hacer lo posible por salvar la fiesta tocando lo que más importa a los devotos, más que de la salud del prójimo, del bienestar de su prole (tar-i-ado).

En el último título celebrado por el Valencia en la plaza del Ayuntamiento hubo pitos. Lo nunca oído. Ganada la Copa al Barcelona, el alcalde de Valencia apenas se atrevió a salir y cuando lo hizo parecía que había llegado Piqué. Yo lo vi y lo oí, no cómo en el canal autonómico ni en los diarios de referencia que apelan a seguir las autoridades de la información. Por contrastar. La pitada fue tal que tuve hacer acopio disimulando como si me ahogara y cogiera aire con tal de que no se me echaran encima también los otros. Eso con Rita no pasaba. Incluso en fallas ha oído el alcalde más mascletás de las de turno. Buena cortina de humo también para el gobierno central. Sólo se habla del miedo: nos matan a sustos. A Rita nadie le pitó hasta los escraches de mercado y ventana que cedieron su sillón a los que reciben y van a recibir los pitos que tanto les gustan. Los aguafiestas del modelo Finlandia están de enhorabuena pues cada puente y periodo festivo, salvo las fiestas del pesebre, ha habido temporal, riada o virus.

La suspensión de las fallas a 5 días del inicio de las fiestas de Castellón, todo un empalme, habrá sido motivo de goce para los amantes de la cuaresma. De hecho, el virus empezó justo la semana del carnaval donde se libraba la batalla entre D. Carnal y Dña. Cuaresma. El virus infecta todas las fiestas de primavera y no se han dado cuenta aún de que también las de la universidad, que hace tiempo que se intentan castrar.

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En el Marenostrum, el ayuntamiento denegó la licencia horas antes del evento. Como en estas fallas: cuando había dado pie a montar carpas e instalaciones, obligó a desmontarlo todo. Cultura del esfuerzo. Desde entonces la marcha fue de maratón matinal. After hours cuenta como la marcha nocturna dejó paso a la diurna. Aún no de maratón, el alcohol y lo que se terciara (en menores no acompañados de los coles abonados a los sucesores de Rita) se permitían para mayor énfasis en la libertad de expresión. La universidad celebra dos macrofiestas: en primavera, tras fallas, y en verano, por sanfermines, que no son del gusto del Ayuntamiento de la Valencia negra. Demasiada fiesta, Macarena. La organización del Marenostrum del 7/7/2016, se quejó de que el Ayuntamiento había utilizado la creencia en la posibilidad del evento para que les hicieran sus labores de medio ambiente, limpiando una zona llena de basura degradada como un vertedero para una vez predispuesta para la fiesta limpiarla igualmente de las basuras futuras del botellón que el ayuntamiento ha tenido que limpiar en calles, universidades y polígonos desde la época de Rita. Según la organización, tenían ocho autorizaciones positivas y a falta de 5 días, los que faltan para las fiestas de Castellón, se envió un informe negativo, tras meses de preparativos en trabajo, sudor y esfuerzo. Con toda la limpieza y habilitación, el montaje de escenarios y organización y los contratos de todo el personal (trabajo de todo un año como las fallas además de los de los últimos días), los daños y perjuicios compensaban diente por diente los que el ayuntamiento padecía semana a semana por los que en vez de ir a correr iban a correrse.

Los organizadores cerraron puertas y ventanas y dijeron que tenían ‘el corazón destrozado’, entendiendo que el festival llegaba hasta esa edición para decir adiós definitivamente. Para poner a los perjudicados a favor del consistorio, una asociación, de esas que dicen que garantizan las libertades, enseguida propuso reclamar el precio pagado canalizando las quejas a favor del más poderoso y utilizando a los menos. Ya pasó esto en el episodio del centro, que osó ganar adeptos frente a los gigantes que lo hundieron y fundaron otro bien cerca. Feudo muy afín al que hundió fiestas y festivales. Para no dar pie, la asociación instó cuanto antes a la queja dando info para reclamar y hundir antes de cualquier reacción a la organización del evento. Incluso se alegró la tristeza de los festeros, instándoles a reclamar además del ticket los gastos de desplazamiento y alojamiento, más que por su bien por hundir sin respiro la defensa del evento, pues todo el mundo podía alegar haberse desplazado kilómetros, incluso los que vivían al lado. La gente estaba tan cabreada que quería sacar partida del milagro que les podía dejar sin fiesta y sin dinero.

La manada de aguafiestas el 7 7, el número de perfección en la Biblia, escogió como lugar de constricción la Partida del Miracle. Ese mismo día Las Provincias informó que el festival se desmontó un día antes de celebrarse cuando los asistentes ya estaban de camino. La reunión de última hora en el ayuntamiento de Alboraya tomó la decisión, tras dar pie de nuevo a albergar esperanzas tras la denegación del permiso 5 días antes. Se hizo incluso llegar a la gente para desalojarla con la miel en los labios, a cambio de devolver gastos incluso no hechos. El mismo 7 de julio, día de toreo y rejoneo del que gusta al abuso de poder, la organización tuvo que empezar a desmontar con el público a las puertas. El alcalde de Alboraia culpó a Compromís al que calificó de ‘intransigente e irreconciliable’ con la excusa de Salvem l’Horta, por denunciar ante el Ministerio de Obras Públicas, hoy por hoy fomiento de la trola, pues el evento podía hacerse en otro sitio. Según Las Provincias, el informe negativo no llegó 5 días antes sino el 5 de julio, dos días antes, sin tiempo de reacción y el mismo día 7, la notificación de desmonte. Valencia Plaza títuló ‘Las nuevas paellas universitarias echan a andar entre el caos y la confusión’. La entradilla es ‘Servidores caídos durante casi una hora, dudas sobre la propiedad de la marca o la sede marcan la puesta en marcha de la edición 202O’. Muy propio del enredo, las mentiras y la saña con que se ceban los que santificando las fiestas, cada vez que ha lugar, eliminan las ganas de vivir, disfrutar y sobre todo de hablar. El artículo empieza diciendo ‘Paellas universitarias 2020 ha echado a andar con más sombras que luces’. Señala que ya la anterior edición fue accidentada y que ‘en esta ocasión aún hay más opacidad’. También señala que la organización no veía una nueva fecha y que era el fin. Ruina y hundimiento física, moral e incluso química de medio ambiente, fueron los detonantes.

En 2019 el festival se llevó a una zona más alejada. Que tiempos los de Rita, que se celebraban en el mismo campus e iban profesores, alumnos, foráneos y todo cristo viviente. En 2019 fue el Marenostrum en la pedanía de la Punta para dar la puntilla. También con 24 horas de antelación se notificó que no se podían celebrar. Otro día explicaremos de donde sale lo de las 24 horas como modus operandi de un gobierno sin ideas propias. Otra vez la protección de la huerta, para que nadie se nos lleve al huerto, fue excusa de denegación del consentimiento. Además del ruido donde no vivía nadie, se arguyó la cercanía de las vías del tren. No vaya a ser que nos lleven al huerto l@s que están como un tren. Medio ambiente y transportes en compañía para que no la haya. También se había limpiado la zona de deshechos e insalubres tras lo cual se dieron informes positivos agrónomos para dar moral antes de quitarla, con un informe negativo cuando ya todos se las prometían muy felices.

Con las grúas y las carpas ya en la calle, las fallas que preceden a las paellas universitarias les van esta vez a ahorrar lo que ya en fiestas se ha ‘convertido’ en cultura del esfuerzo. A la salida hoy sólo una bici que corta el paso, pasando de largo y gira sobre sí, viniendo de frente al roce que hace el cariño. Por hablar de las motos que cambiaron de sentido esta vez sin yo cambiarlo, un giro de transportes medioambiental. Podrán cortar las flores pero no detener la primavera (Neruda).

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