Hablando de los niños (del Valencia CF)

Jorge Molina, autor del gol del Getafe/iV.com

Manuel Huerta

10-02-2020

Alcoyano, Benidorm, Gandía, otra vez Benidorm, Polideportivo Ejido, Elche CF, -con el que fue máximo goleador en Segunda, con 26 tantos en 38 partidos-, Real Betis hasta 2016 y Getafe CF. Es decir, un currante del fútbol que se lo ha ganado a pulso.

Jorge Molina Vidal es un futbolista (como la copa de un pino), nacido en Alcoy en 1982, un tío honrado que lleva rindiendo a lo bestia desde que llegó a Primera. Un delantero que, por sus cuatro últimas temporadas, ha demostrado ser uno de los mejores atacantes de nuestro fútbol y que si Luis Enrique no se deja manipular por la enmarañada y siempre parcial prensa capitalina (la mayoría de estos saben menos de fútbol que mi tía Rafaeleta), debería estar en la selección de la Eurocopa de este año.

Y por una simple razón. Está en forma, es humilde, -un magnífico chaval, me cuenta su representante-hace vestuario y golea con asiduidad y, como ha demostrado muchas veces y especialmente el pasado sábado, lo hace con una calidad de auténtico crack mundial. El segundo gol que consigue ante el Valencia es una obra de arte y si en lugar de vestir de azul Getafe lo hiciese de blanco Madrid, la jugada la hubiéramos visto ya unos dos millones y medio de veces en las televisiones madridistas, que son todas por cierto.

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Los habrá y de hecho los hay que argumentan que es que tiene 37 años. ¿Y qué? Es un jugador que compite en una de las mejores y más exigentes ligas del mundo, es el delantero más en forma de LaLiga Santander con diferencia y sus posibles «rivales» por el puesto están muy por debajo de su nivel. Los Rodrigo, Alcácer, Morata y hasta el mismo Iago Aspas, no alcanzan sus ratios de rentabilidad y rendimiento, son anímicamente más endebles y para nada tienen su experiencia de luchador de equipo pequeño y hambre de triunfo.

Insisto, el seleccionador no puede desperdiciar la oportunidad de contar con un hombre que marca goles pero que también maniobra fantásticamente en jugadas de ataque, que finta y maneja con soltura la bola, y que se hace de respetar por su envergadura y su compromiso. Todo un ejemplo para las escuelas de fútbol españolas.

Cosa muy distinta de lo que vivimos con los niños mimados del Valencia, incapaces de justificar el pastón que levantan y la camiseta que visten. Salvo dos o tres excepciones, es intolerable la actitud que mantienen desde la disputa de la Supercopa. Porque con actuaciones como las de Yeda, Mallorca, Logroño, León o Getafe degradan la del día del Barcelona y confirman que son un grupo caprichoso y nada fiable. Y con un alto grado de irresponsabilidad dado el dineral que la entidad se juega en cada envite de sus empleados.

Han pasado ya más de 48 horas de la vergonzante presencia del equipo en el Coliseum Alfonso Pérez y todavía no ha salido a la palestra ninguno de los capitanes para pedir perdón a los aficionados y explicar qué ocurre y cómo piensan remediarlo. Es que ni se lo plantean, creo yo. Aunque es verdad que toda la culpa no la tienen ellos porque el señor Miyagui Lim ya tendría que estar rumbo a Paterna para pedir las explicaciones correspondientes. En fin, que envidia da ver la diferencia entre un currante, Jorge Molina, y un niño de éstos cualquiera. Y qué rabia.

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