“Lo ataron desnudo a un limonero, lo torearon como a un animal, le clavaron agujas de hacer jersey y con un cuchillo de matar cerdos, le dieron el estoque final”
Martes, 14 de enero de 2020
A.C./AVAN.- La manipulación de la historia de los episodios más sangrientos en el entorno y las consecuencias de la Guerra Civil española es una práctica habitual en la izquierda de este país, bien a través de la parcial Ley de memoria histórica de Rodríguez Zapatero, bien por la difusión en medios afines de innumerables inexactitudes, cuando no de falsedades y datos inexistentes presentados como reales.
Sin embargo nunca mencionan la persecución religiosa que se extendió a lo largo de la década de los años 30 y hasta el final del conflicto armado, que afectó a miles de personas entre sacerdotes, monjas, creyentes y templos. El canónigo de la Catedral de Valencia Arturo Climent ha publicado ahora un libro sobre el sacerdote valenciano Enrique Boix (1900-1937), en proceso de canonización, que murió a los 36 años de edad martirizado en Llombai, su localidad natal, en 1937.
La finalidad de esta publicación, titulada «Enrique Boix Lliso. Sacerdote de Cristo y mártir», es “que no se pierda la memoria de un sacerdote bueno, trabajador, enamorado de Jesucristo, que se dedicó a vivir a pleno pulmón su ministerio en distintas parroquias hasta que fue apresado y sufrió un martirio inhumano, horrible y cruel”, ha explicado Climent.
El libro, que ha sido prologado por el canónigo Ramón Fita, delegado episcopal para la Causas de los Santos de la Archidiócesis de Valencia, incluye la biografía de Enrique Boix, con fotografías de lugares vinculados a él, y recoge también los perfiles de los siervos de Dios nacidos en Llombai, Vicente Bartual Lliso y Rafael Donat Lloret, así como del beato José Ferrer, natural de Algemesí, todos ellos martirizados en 1936.
Enrique Boix Lliso nació en Llombai el 20 de julio de 1900 dentro de una familia cristiana. Tras su ordenación sacerdotal en 1925 sus primeros cargos parroquiales los desempeñó en Xixona, Simat de Valldigna, Senija y Xeresa hasta que fue nombrado capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y de las Madres Franciscanas en Alzira.
En Alzira fue vicario de la parroquia de San Juan Bautista, director de la Juventud Obrera, consiliario de jóvenes de Acción Católica “y alma de muchas organizaciones juveniles católicas, por lo que es recordado como el cura de los jóvenes”, ha añadido Climent.
Al estallar la Guerra Civil “le avisaron que irían a por él porque lo consideraban un cura demasiado influyente en la ciudad”, según el autor del libro. Boix se marchó a Algemesí donde fue detenido en enero de 1937 “y sin juicio, fue llevado a la cárcel y entregado al Comité de Llombai que se lo llevó y lo encerró en un local”.
Finalmente, el sacerdote fue conducido al claustro de la parroquia, convertido en vaquería, donde fue martirizado el 24 de enero de 1937. Según el relato de testigos que presenciaron el martirio, “lo ataron desnudo a un limonero, lo dejaron toda la noche allí, y al día siguiente lo torearon como a un animal, clavándole agujas de hacer jersey y con un cuchillo de matar cerdos, le dieron el estoque final”. Tal como ha explicado Climent, “Enrique Boix murió dando testimonio de Cristo con valentía, amor y perdonando a sus asesinos”.
El libro ha sido editado por Paper Plegat y lo distribuye la Librería Paulinas de Valencia, ubicada en la Plaza de la Reina, 2.
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