Correr sin parar para no despertar

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Antonio Gil-Terrón Puchades

02-01-2020

Te pasas la vida corriendo, persiguiendo sueños, hasta el día en que cansado te sientas en el suelo y al hacerlo examinas lo qué ha sido tu existencia hasta entonces: no más que una carrera en círculo tras unos sueños que nunca pudiste alcanzar.

Es entonces cuando parado y sin hacer nada, ves llegar hasta ti todos aquellos sueños que durante años perseguiste, y es en ese momento pierden su magia, al ser desnudados por la fría realidad. Y es cuando te preguntas qué clase de burla cruel es esa, si los sueños se alcanzan el día que dejas de soñar, al tiempo que te das cuenta que siempre fue mejor desear que tener; soñar que lograr.

Porque los sueños no son más que eso, sueños; lejanos anhelos inmaculados, libres de la sucia realidad que los velos de la distancia desdibujaron y ocultaron bajo un indulgente manto de piedad.

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Sueños que en las horas más tristes nos permitieron volar muy alto, a la búsqueda desesperada de una verdad diferente a aquella que nos hacía llorar.

Sueños que de nuevo nos impulsarán a levantarnos para seguir corriendo en un maratón de esperanza, sin principio ni final.

Existir; llorar; soñar. Correr; vivir sin parar para no despertar.

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