La húmeda mirada

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Antonio Gil-Terrón Puchades

27-11-2019

Y era el tiempo no vivido, la pena oculta que tus labios silenciaban, en el lento pasar de los días perdidos que voraces el brillo tus ojos devoraba, ahogándote en un débil lamento que a nadie importaba.

Era el lastimero quejido de tu corazón herido, por los años pasados sin haber vivido y que ahora, como una pesadilla, ante ti burlones desfilaban.

Y perdida en la soledad del gentío vociferante, tus ojos tristes y dolidos, afanosos aún buscaban la promesa de una ilusión que tu vida llenara, aunque tan solo fuera durante unos segundos; lo que dura un fugaz cruce de miradas…

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Y era tu mirar ausente, y era tu mirar lejano, el secreto desafío que nadie quiso recoger; el mudo grito al ángel de los corazones heridos; pero el ángel callaba, mientras tus lágrimas, como cera derramada, se iban solidificando sobre el altar de la esperanza.

Pero no cejes; aguarda; porque por larga que sea la noche siempre llega la mañana.

Aguarda.

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