Antonio Gil-Terrón Puchades
24-11-2019
En una cosa tienen razón los voceros oficiales de Pedro Sánchez, así como toda su tropa mediática de lameculos, paniaguados, y “ferreras roche”, y es que la sentencia de los ERES no es firme, ya que aún cabe recurso ante el Tribunal Supremo.
Pero es que va y resulta que el caso Gurtel, el mismo que sirvió de excusa para la moción de censura y derribo de Mariano Rajoy, tampoco tiene a día de hoy sentencia firme, al estar la misma recurrida ante el Tribunal Supremo, a la espera de que éste la confirme o anule. ¿Se imaginan que fuese anulada?
Pero nada de eso importa. Se cargaron a Rajoy, y Pedro Sánchez vio satisfecha una de sus ambiciones: ser Presidente del Gobierno.
Ahora, y desde ese trampolín, cada día se transparenta más su auténtico y oscuro objeto de deseo: ser Jefe de Estado. Pero claro, para que esto sea posible, primero hay que convertir a España en una república bolivariana.
Tan solo desde esta perspectiva se pueden entender las presentes maniobras frente populistas, abrazos, guiños y coqueteos, del ínclito Sánchez.
Pedro Sánchez, un hombre enamorado de sí mismo cuyo narcisismo tan solo es superado por una frenética, y cada vez menos secreta, ambición: ser Presidente de la IIIª República, ya que rey no podrá ser nunca…; aunque seguramente le gustaría.
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