Un ex científico de la NASA asegura haber encontrado vida en Marte en 1976

Gilbert V. Levin, investigador de las misiones Viking, dice que las sondas dieron resultados positivos pero fueron descartadas como reacciones químicas inorgánicas

Domingo, 20 de octubre de 2019

informaValencia.com.- El ingeniero Gilbert V. Levin, ahora nonagenario, fue el investigador principal del experimento LR de las Viking. Las sondas gemelas Viking fueron las primeras en aterrizar en Marte en julio y septiembre de 1976. Los dos artefactos de la NASA proporcionaron imágenes en alta resolución del planeta y analizaron la atmósfera y el terreno. Además, realizaron experimentos científicos destinados a buscar signos de vida en el suelo de Marte.

El experimento LR (Labeled Release) mostró que el suelo de Marte daba positivo para la existencia de metabolismo. Fueron cuatro resultados positivos, respaldados por cinco controles. Pero cuando una nueva prueba no pudo detectar materia orgánica, la agencia espacial concluyó que el LR había encontrado algo similar a la vida, pero no la vida.

Levin aceptó el dictamen de la NASA, qué remedio, pero cuarenta y tres años después continúa asegurando de que en el verano de 1976 encontró vida en Marte. Así lo ha vuelto a asegurar en un artículo de opinión publicado en la revista Scientific American.

La NASA mantiene la búsqueda de vida extraterrestre entre sus principales prioridades. El pasado febrero, el administrador de la NASA Jim Bridenstine dijo que podríamos encontrar vida microbiana en Marte. «Nuestra nación se ha comprometido a enviar astronautas a Marte. Cualquier vida allí podría amenazarlos a ellos y a nosotros a su regreso. Por lo tanto, la cuestión de la vida en Marte ahora es frontal y central», afirma.

Según el ingeniero Levin, se necesitaría «casi un milagro para que Marte sea estéril». El también científico de la NASA Chris McKay, dijo una vez que Marte y la Tierra han estado «intercambiando saliva» durante miles de millones de años, lo que significa que, cuando un planeta es golpeado por cometas o grandes meteoritos, algunas eyecciones se disparan al espacio. «Una pequeña fracción de este material finalmente aterriza en el otro planeta, quizás infectándolo con autoestopistas microbiológicos», justifica Levin. Se ha demostrado que algunas especies microbianas de la Tierra podrían sobrevivir al medio ambiente marciano en muchos laboratorios. Incluso hay informes de la supervivencia de microorganismos expuestos al espacio desnudo fuera de la Estación Espacial Internacional (ISS).

El investigador recuerda que la prueba realizada en Marte es, en esencia, muy similar a lo que hizo Louis Pasteur en 1864 para detectar microorganismos bajo el microscopio, la misma que utilizan diariamente las autoridades sanitarias de todo el mundo para examinar el agua potable. Solo que en Marte se añadieron varios nutrientes que se cree que amplían las posibilidades de éxito con organismos extraños, y el etiquetado de los nutrientes con carbono radiactivo.

Módulo de aterrizaje InSight de la NASA/Xataca

Error de la NASA en el tratamiento de evidencias

A principios de junio de 2018, la NASA anunció a bombo y platillo que el Curiosity había descubierto moléculas orgánicas complejas, los ladrillos de la vida, sobre la superficie de Marte. La noticia, largamente esperada, resonó en los principales medios de comunicación del mundo y fue recibida como la mejor evidencia hallada de la existencia, presente o pasada, de seres vivientes en el planeta rojo.

Ahora, sin embargo, un estudio recién publicado en la revista Journal of Geophysical Research: Planets  sostiene que otra histórica misión de la NASA, las sondas Viking, podrían haber hecho el mismo descubrimiento hace ya más de 40 años. Solo que sus resultados fueron quemados por la NASA de forma accidental.

En 1976, en efecto, los dos módulos gemelos de aterrizaje Viking llevaron a cabo los primeros experimentos sobre el terreno para buscar materia orgánica en el planeta vecino. Ya entonces, los científicos eran muy conscientes de que los planetas reciben de forma constante una lluvia de micrometeoritos ricos en carbono y, a menudo, moléculas orgánicas más complejas, por lo que estaban convencidos de que Marte debería estar repleto de tales sustancias.

Desde ese momento, numerosos investigadores han tratado de hallar una explicación lógica al «enigma de las moléculas perdidas», pero ninguna terminaba de encajar. En 2008, sin embargo, el módulo de aterrizaje Phoenix, de la NASA, hizo un descubrimiento crucial: encontró, cerca del Polo Norte de Marte, una extraña sal conocida como perclorato, una sustancia que se utiliza para elaborar combustible para cohetes y fuegos artificiales, ya que se vuelve explosiva cuando es sometida a altas temperaturas.

Por supuesto, en la helada superficie de Marte eso no constituye un problema. Pero resulta que las Viking, en su búsqueda de moléculas orgánicas, tomaron muestras de suelo marciano para analizarlas. Muestras que contenían perclorato y que, al llevar a cabo los experimentos (en los que se utiliza un soplete) incineraron sin remedio cualquier elemento orgánico que pudiera haber en ellas. Lo que llevó a que los científicos no encontraran nada en los resultados.

Centro Space Camp de la NASA-Columbia/Space Camp

Pruebas concluyentes

Tras este descubrimiento, McKay y algunos de sus colegas recuperaron su convicción de que, finalmente, sí que podrían existir moléculas orgánicas en Marte. «De repente -afirma el científico- adquieres una nueva percepción y te das cuenta de que todo lo que pensabas estaba mal». A pesar de ello, siguió existiendo una marcada división de opiniones entre quienes pensaban que la superficie marciana contenía materia orgánica y quienes sostenían que era completamente estéril.

Así las cosas, llegó el descubrimiento del Curiosity en junio de 2018. El rover aportó, por fin, pruebas concluyentes de materia orgánica en el planeta rojo, lo que dio nuevas alas a quienes reivindicaban los experimentos de las Viking.

Una de las claves para hacerlo fue que, junto a las moléculas orgánicas, el Curiosity también encontró clorobenceno, una molécula que se produce cuando los átomos de carbono se queman con perclorato. Era una evidencia, aunque indirecta, de lo sucedido hace cuarenta años. Y una confirmación más de que las sondas Viking ya habían detectado moléculas orgánicas en Marte.

Con todos esos datos en la mano, McKay y sus colegas, entre ellos Melissa Guzmán, del centro de investigación LATMOS, en Francia, revisaron a fondo los resultados obtenidos por las Viking y descubrieron que también esas antiguas sondas habían detectado clorobenceno, consecuencia más que probable de la quema involuntaria del material orgánico contenido en las muestras.

Así que, después de todo, las Viking no terminaron con las manos tan vacías como se pensaba, y este antiguo caso puede considerarse, más de cuatro décadas después, definitivamente cerrado. Además, el más que probable hallazgo de materia orgánica por parte de las Viking, más el recientemente anunciado del Curiosity, demuestran que dicho material orgánico se encuentra no solo en una, sino en diferentes zonas del planeta. Lo cual refuerza aún más las posibilidades de encontrar, por fin, vida.

 

 

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