Es el turno de José Luis Gayá

José Luis Gayá./VCF

Antonio Silvestre

Lunes, 23 de septiembre de 2019

Ya han hablado Dani Parejo y Rodrigo Moreno, dos de los capitanes del Valencia. Faltan otros dos, los valencianos (y valencianistas), José Luis Gayá y Jaume Doménech. Supongo que lo harán en ese orden y en breve.

Parejo y Rodrigo lo han dejado meridianamente claro: Marcelino ya es historia y la plantilla sigue unida en el mismo sentido de los últimos dos años, es decir, trabajar por un Valencia cada vez mejor. Lógico y sensato. Ambos coincidieron en centrarse en asimilar cuanto antes los cambios tácticos que está proponiendo Albert Celades.

Y creo que este es el mejor activo con el que cuenta el club, los futbolistas. Ya lo demostraron en las dos campañas precedentes. Con su compromiso y con la escasísima contribución del entrenador asturiano, fueron capaces de conseguir clasificación Champions y ganar la Copa del Rey. Es lo que debe de ser y lo que queremos todos los aficionados.

Ahora le toca el turno a Gayá. Y os voy a decir una cosa: tengo mis dudas. Hay que estar muy atentos a las palabras del lateral internacional porque de lo que diga se puede entender la firmeza y la unión del grupo en cuanto a lograr los objetivos deportivos y la complicidad con el nuevo entrenador, o por el contrario, si están por la labor de seguir haciendo el juego al grupo de intoxicadores (prensa, iluminados y empleados) que quieren desarmar la estructura de Peter Lim.

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Ya lo hemos repetido hasta la saciedad. Lim no ha cambiado ningún modelo. Lo han querido cambiar y por las bravas, los señores García Toral y Alemany. Desde el minuto uno de la llegada de Meriton al Valencia y con la gigantesca deuda heredada (más los marrones posteriores en modo patrocinio de la Generalitat, Porchinos y Torres de Mestalla), Lim dejó clara su estrategia: conseguir estar siempre en Champions a base de fabricar jugadores en Paterna, incorporar algún jugador importante en mercados asequibles a la economía de la entidad y traspasar a los más rentables. Eso no ha cambiado.

Y me parece muy lógico que, -repetiré mil veces-, un tío que arriesga mucho dinero y prestigio, que se encuentra con un solar económico provocado por Paco Roig, Llorente y Soler fundamentalmente, quiera construir un proyecto desde los cimientos, exponga como ha hecho su plan y se dedique a ejecutarlo en el plazo establecido, en una sociedad que tiene un factor tan imprevisible como intangible como es que el balón entre o no entre en la portería contraria.

Leo este lunes con estupor en un medio valenciano que el empresario propietario «se ha cargado un proyecto ganador». Falso. Porque ese proyecto lo creó él, lo potenció él y se apoyaba en el rendimiento de la plantilla, no en el caprichoso deambular de dos ejecutivos del club. Del amiguismo con la prensa del ex entrenador y del director general, de sus intereses personales, -tanto económicos como de currículo- y de sus ínfulas de protagonismo en arrogarse el éxito que únicamente corresponde a los jugadores, llega el conflicto actual que provoca que la masa de seguidores mantenga una posición equivocada y contraria a la gestión de Lim.

Como valenciano y valencianista siento vergüenza cuando veo que Peter Lim no quiere venir a Valencia. Normal. Después de todo lo expuesto, ¿encima voy a ir a que me insulten en vivo y en directo? Ni de coña. Yo me creo a Lim. Lo que es de esperar es que el talante moderado de la cultura oriental continúe imperando y Peter Lim siga apostando por este Valencia que tanto queremos. Porque hasta la fecha, detrás del empresario de Singapur solo se vislumbra un futuro de caos, de lucha de poder, de chapuza y desaparición.

Por eso digo que es importante lo que cuente el valenciano y valencianista Gayá al respecto. Porque con sus declaraciones debe abrir los ojos de la grada, inyectar sensatez e ilusión y cerrar el asunto de las protestas, desautorizando definitivamente a los intoxicadores Atentos.

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