‘Their Mortal Remains’ de Pink Floyd, las huellas de una banda legendaria

Pink Floyd

La exposición de Ifema es una cita obligada para los fans de la banda británica y también para los amantes de la música y la cultura contemporánea

Miércoles, 11 de septiembre de 2019

Ana Miralles.-  La muestra Their Mortal Remains,arranca en los inicios, con la psicodelia del guitarrista Syd Barret, hasta el final del camino, con la publicación de The Endless River, ya convertido en el epitafio de la banda. La exposición es todo un sueño para los seguidores del grupo y de la música.

“Es la historia de Pink Floyd, pero también es mucho más que la historia de los cuatro miembros de la banda”, advierte Nick Mason, batería y uno de los miembros fundadores del grupo, quien estuvo en Madrid para presentar la muestra.

Lo cierto es que pocos podrán sentirse defraudados con la exposición. Todo está aquí. Una experiencia multimedia en la que lo primero que hace el visitante es apagar su móvil y ponerse unos auriculares. Irán sonando canciones de la banda y diferentes testimonios a medida que el visitante va pasando por las diferentes galerías, ordenadas cronológicamente. Y todo empieza por la enloquecida música de Syd Barrett.

La historia de Pink Floyd comienza en 1964, aunque no es hasta 1967 cuando la banda entra en un estudio de grabación para registrar The Piper at the Gates of Dawn, su álbum de debut. Un disco complejo y todavía hoy sujeto a mil lecturas. Probablemente idealizado. Es el disco asociado a la mente iluminada de Barrett, su visión de una vida pasada por el deformante tamiz de la psicodelia.

Pero la historia de Barrett fue tan gloriosa como efímera. Su cerebro se fue dañando irreparablemente y Nick Mason (batería), Rick Wright (teclado) y Roger Waters (bajo) continuaron. Lo siguiente fue contactar con David Gilmour, quien ya había tocado junto a Barrett y los propios Pink Floyd en épocas “dispersas” del guitarrista original. Waters consiguió embaucar al huidizo Gilmour diciéndole hasta “lo guapo” que era. Literalmente. La exposición incluye el manuscrito original de Waters en el que el bajista le pedía a Gilmour que entrara en la banda.

Los siguientes discos fueron A Saucerful of Secrets (1968), Ummagumma (1969), Atom Heart Mother (1970), Meddle (1971) y Obscured by Clouds (1972). Todos ellos mantuvieron la temática psicodélica, aunque progresivamente fueron abandonando el “cuelgue” tan asociado a este estilo musical. O, al menos, minimizándolo. Al tiempo, su fama en directo crecería exponencialmente. No sólo ofrecían música de enorme valor, sino también un espectáculo inmersivo con luces, efectos y proyecciones que suponían toda una experiencia para aquel espectador de comienzos de los años 70.

Dark side of the moon

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Así hasta llegar a 1973. Para entonces, Waters ya había asumido el liderazgo del grupo. Al menos, en términos creativos y conceptuales. Sus composiciones se hacían más definidas y Pink Floyd ejecutaban la música a la perfección. Y Dark side of the moon se convirtió en un sueño.

Lo siguiente fue Wish you were here (1975) y más gloria y dinero para la banda. Al frente del álbum se situó la crepuscular e insuperable Shine on your crazy diamond, en varias partes. Era un homenaje a Barrett, por entonces ya recluido en casa de sus padres y en un mundo interior situado a miles de kilómetros de la Tierra.

Aquí estaba lo mejor del sonido de Pink Floyd. Escuchar este tema sigue siendo una experiencia casi religiosa. Como todo el álbum en realidad, incluida la preciosa canción que le daba título.

Los visitantes de la exposición podrán comprobar cómo lo que aquello que al principio era una banda psicodélica más o menos underground se fue transformando progresivamente en algo mastodóntico.

Dark side of the moon fue el comienzo. Aquel álbum, grabado en los esudios Abbey Road de Londres, se situó como uno de los discos más vendidos hasta superar los 40 millones de copias. Pero, más importante, su estatus de obra maestra permanece hasta la fecha. Y por los siglos. Canciones como TimeMoney o Us and Them o Brain Damage siguen siendo cimas.

Lo siguiente fue Wish you were here (1975) y más gloria y dinero para la banda. Al frente del álbum se situó la crepuscular e insuperable Shine on your crazy diamond, en varias partes. Era un homenaje a Barrett, por entonces ya recluido en casa de sus padres y en un mundo interior situado a miles de kilómetros de la Tierra. Aquí estaba lo mejor del sonido de Pink Floyd. Escuchar este tema sigue siendo una experiencia casi religiosa. Como todo el álbum en realidad, incluida la preciosa canción que le daba título.

La muestra incluye los negativos de la sesión de fotos para la icónica portada de Wish you were here, en la que se ve a dos hombres de negocios y uno de ellos en llamas. Fue una alegoría a las corrientes estafas –morales, sentimentales, económicas y políticas– de nuestra era. Vigente todavía.

La exposición Their Mortal Remains, puede verse del 10 de mayo al 27 de octubre de 2019 en IFEMA, Madrid.

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