Vicente Torres
01-09-2019
Torrent es uno de esos catalanistas de segunda ola que intentan hacer como que hacen, pero sin llegar a hacer. Lo puede resumirse en estos conocidos versos cervantinos: «caló el chapeo, requirió la espada/ miró al soslayo, fuese y no hubo nada».
Torrent demostró su pertenencia a la segunda ola cuando en una entrevista manifestó que no se ve en la cĆ”rcel. Los de la primera ola tampoco, porque creĆan en la impunidad. Los de la segunda han aprendido donde estĆ” la raya.
A travĆ©s de Javier Cercas, cuyo espacio dejo anotado que se llama āpalos de ciegoā, me he enterado de que el tal Torrent Ā«propuso encauzar el problema catalĆ”n siguiendo la estela de la Ley de Claridad canadienseĀ». Pues es muy listo, o listillo, Torrent, pero no. El problema catalĆ”n en realidad es problema de los catalanes, aunque lo suframos todos. Y lo que propone Torrent no es una salida para los catalanes, y ni siquiera para los catalufos, llamados asĆ por el carĆ”cter fantĆ”stico de sus creencias, sino una salida para los impresentables, entre los que se encuentra, que han emprendido la malvada aventura, involucrando en ella a mucha gente y perjudicando a mucha mĆ”s.
No hay nada en comĆŗn entre el asunto catalĆ”n y el de esa región canadiense algunos de cuyos dirigentes emprendieron una iniciativa perniciosa, pero con alguna base. En la cuestión catalana no hay nada cierto, o sea, nada de lo que dicen los separatistas. Todo se basa en mentiras, tergiversaciones y falsedades. Tal es asĆ que el separatismo catalĆ”n no ha dado, a lo largo del tiempo, ni un solo lĆder que merezca admiración. Si a quien recurren es a Luis Companys, por algo serĆ”. De los actuales, mejor no hablar. Unos se han dado a la fuga, cobardemente, y otros hicieron el ridĆculo en el juicio, intentando tomar el pelo al tribunal, negando los hechos, recurriendo al juego sucio. Todo lo que tiene que ver con el asunto catalĆ”n es tan risible como el tal Torrent.
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