La soledad temporal también es perjudicial para la salud

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Una reciente investigación identifica distintos patrones y su influencia en el bienestar de las personas

https://youtu.be/2sEVbhi0Bg4

Valencia, miércoles 24 de julio de 2019

informaValencia.com.- Un trabajo científico llevado a cabo por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y del grupo de José Luís Ayuso del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM) ha concluído con la identificación de diferentes tipos de soledad de las personas, algo que podría ayudar a combatirlos de una manera más adecuada y eficaz.

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Desde hace ya unos años es conocido que la soledad tiene efectos negativos para la saludpero la existencia de distintos patrones es más desconocido. Este estudio identifica por una parte, la existencia de diferentes patrones y, por otra, saber cómo éstos influyen en la salud de las personas. Los resultados de la investigación han podido a identificar dos tipos de soledad, transitoria y crónica, y a confirmar que ambas tienen consecuencias dañinas para la salud.

Para realizar el estudio, que ha sido publicado en la revista Psychology and Health, los investigadores entrevistaron a 2.390 personas en dos momentos temporales distintos: el primero, a caballo entre el 2011 y el 2012; el segundo, entre 2014 y 2015. Los individuos que verbalizaron un sentimiento de soledad en ambos momentos fueron incluidos en el grupo de soledad crónica; por el contrario, los que sintieron esa circunstancia sólo en uno de los dos instantes (ya fuera en el primero o en el segundo) pasaron a formar parte del grupo de soledad transitoria.


“La soledad es peligrosa: cuando estamos solos mucho tiempo, poblamos nuestro espíritu de fantasmas.” (Guy de Maupassant)

Las personas entrevistadas cumplimentaron, en ambas ocasiones, un cuestionario (la escala de soledad de UCLA) con preguntas del tipo: ¿con qué frecuencia cree que le falta compañía?; ¿con qué frecuencia se siente sola?; ¿con qué frecuencia se siente aislada de los demás? “En función de las respuestas (raramente, en ocasiones o a menudo) los clasificamos como individuos con sentimientos de soledad o sin ellos”, explica al respecto en el diario La Vanguardia, Natalia Martín-María, doctora en Psicología, investigadora de la UAM y principal autora del trabajo.

Además de esta pequeña encuesta, los entrevistados, procedentes de toda la geografía española y que abarcan todas las edades a partir de los 18 años, (aunque predominan las personas mayores), tuvieron que responder toda una batería de cuestiones  relacionadas con su salud; preguntas sobre visión, audición, movilidad, autocuidado, cognición, actividades interpersonales, dolor, sueño y energía, afecto, trabajo y labores domésticas. “También les hicimos pruebas físicas y cognitivas”, señala Martín-María. A saber: fuerza de agarre, rapidez al caminar, memoria verbal y numérica (inmediata y diferida) y fluidez verbal.

Con todas las pruebas los investigadores pudieron obtener una medida global de la salud de los entrevistados y relacionarla con los sentimientos de soledad que manifestaban cada uno de ellos. “Así pudimos saber –explica la psicóloga- que ambos grupos de soledad, tanto la crónica como la transitoria, respondían peor, o sea, que las personas tenían una salud peor tres años después”.

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Los responsables del estudio tuvieron en cuenta la variable de la depresión. “Muchas veces, soledad y depresión van de la mano”, recuerda Martín-María. Se plantearon que esta enfermedad podía explicar la mala salud de algunos entrevistados; sin embargo, llegaron a la conclusión de que la soledad, con independencia de la depresión, tenía efectos dañinos por sí misma.

Los resultados de la investigación podrían tener una aplicación práctica. “Si conseguimos identificar estos patrones, podríamos proponer distintas intervenciones”, subraya esta investigadora de la UAM. “Se puede ayudar a las personas de distinta manera si sabemos qué tipo de soledad sienten, porque no todas las soledades son iguales”, agrega. “Conociendo estos patrones, podríamos evitar la cronificación, e incluso paliar los efectos que ya sabemos que tienen sobre la salud”.

«No todas las soledades son iguales”

La intervención sería distinta ante una soledad crónica o una transitoria, detalla Natalia Martín María. Para la segunda -que se asocia muchas veces- “a agentes vitales estresantes como pueden ser la jubilación o la viudez”-, los autores del estudio, basándose en la literatura científica ya existente, proponen incrementar las “actividades sociales y lúdicas” de la persona, algo que podría repercutir positivamente en su salud.


“No es difícil llorar en soledad, pero es casi imposible reír solo.” (Dulce María Loynaz)

Para la primera, la crónica, el tratamiento es distinto. “Al estar instaurada en la persona, el individuo necesitaría ayuda profesional en forma de terapia psicológica”, señala esta psicóloga.

Hay que tener en cuenta que todo el mundo puede estar expuesto a la soledad a lo largo de su vida. Y es que está presente en el ADN. “Según la teoría evolutiva de la soledad [del investigador John Cacioppo], los sentimientos pasajeros de soledad tienen una importante función en la evolución de la especie humana, porque nos motiva a reconectarnos con los demás”, explica Martín-María.

El estudio podría ser el primero de otros más previstos. El año pasado, estos investigadores efectuaron la tercera oleada de entrevistas. Volvieron a hablar con las casi 2.400 personas que ya entrevistaron en 2011 y 2014. Martín-María no descarta hallar nuevos patrones después de analizar los datos que tienen ahora sobre la mesa. Por ejemplo, la llamada soledad incidente, que sería la que habrían experimentado los entrevistados que hubieran sentido este pesar en uno de los tres momentos estudiados. Habrá que esperar, sin embargo, para saber si se identifica, o no, este tercer patrón.

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