La burguesía catalana

Valls y Colau de cañas.../LV

Vicente Torres

18-07-2019

Si en algo acierta Valls en la entrevista que ha concedido a Sostres en el ABC, es en que la burguesía catalana es pueblerina. Pero eso es incluso suave, porque la burguesía catalana, en realidad, es una de las peores cosas que hay en España y que más daño ha hecho.

También se congratula Valls de haber hecho alcaldesa a esa calamidad llamada Colau, un esperpento donde los haya, con la peregrina idea de que la alternativa era peor. Es lo que votaron los barceloneses en su deriva autodestructiva, deriva hacia la que les ha empujado su burguesía. La realidad es que no había mal menor, las dos alternativas eran igual de malas, y Colau se encargó de demostrarlo inmediatamente.

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La burguesía catalana tiene el egoísmo propio de las tribus prehistóricas. Todo lo quiere para sí y es incapaz de reconocer méritos a los demás. Todo lo que cree que puede pedir, lo pide. Poco le importa que sea justo o injusto. Puesto que lo puede pedir, lo justo es que se le dé. Así piensa esta gente.

Ajena a su espíritu la facultad de reconocer los méritos de los otros, todo su pensamiento se reduce a encontrar argumentos que demuestren que lo que pide lo merece. Y lo que se considera en condiciones de agarrar, lo agarra sin remordimientos. Y gasta ingentes cantidades de dinero que no es suyo, sino que se le ha dado para aplacar su llantina, en comprar voluntades de personas capaces de ratificar que lo que ha robado es suyo, o sea, que no lo ha robado.

La burguesía catalana es como ese niño malcriado que piensa que todo lo que tiene al alcance de su vista es suyo y se le debe. Y lo quiere ya y hay que dárselo, y si no monta un escándalo. Y al final han aparecido los patanes, cada uno de su estilo: Rahola, Rufián, Colau…

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