Pedro Calbo, el sacerdote valenciano que salvó en tres ocasiones al Santo Cáliz de caer en manos de Napoleón

De izqda. a dcha.: Antonio Rossi; Vicente Pons; Jaime Sancho; Juan Miguel Díaz Rodelas, César Evangelio; Juan Noguera, Marqués de Cáceres; y Juan Ignacio Pérez./mg. A.Sáiz-AVAN

“Salvamentos del Santo Cáliz en la Guerra de la Independencia. Valencia-Alicante 1809-1810″ es el libro que rememora la importante acción de un sacerdote español

Valencia, jueves 04 de julio de 2019

AVAN.- El Santo Cáliz de la Última Cena del Señor que se venera en la Catedral de Valencia desde el siglo XV fue salvado hasta en tres ocasiones, alguna de ellas in extremis, de caer en los sucesivos asedios que sufrió Valencia por parte de las tropas napoleónicas. Así se refleja en el libro presentado hoy en la Catedral de Valencia por su autor, César Evangelio. 

Con el título de “Salvamentos del Santo Cáliz en la Guerra de la Independencia. Valencia-Alicante 1809-1810”, el abogado benidormí reivindica especialmente el “papel heroico” de un sacerdote de Albaida encargado de la custodia del Santo Cáliz y del resto del tesoro de la Catedral, Pedro Vicente Calbo, que logró salvarlo en circunstancias en extremo azarosas, cuando tuvieron que sacarlo de Valencia por mar a Alicante y en una segunda ocasión a Ibiza.

César Evangelio, especializado también desde hace décadas en aquella época histórica, ha culminado una investigación de cinco años sobre el manuscrito en el que el Padre Calbo dejó fiel registro de aquella auténtica peripecia y sobre otros legajos del Archivo de la Catedral de Valencia.

El Padre Calbo fue director del Seminario de Valencia, beneficiado de la Catedral y hombre de confianza del canónigo Alcedo, a quien encargaron el traslado del Santo Cáliz a Alicante cuando Valencia sufrió su primer asedio en 1809. Él conoció los hechos porque en el traslado a Alicante y a su vuelta a Valencia estuvo siempre al frente, incluso en solitario cuando falleció Alcedo en aquellos traslados. El propio Calbo llegó a llevar la reliquia consigo mismo.

De izqda. a dcha.:Jaime Sancho, Juan Miguel Díaz Rodelas, César Evangelio (autor del libro), y el Marqués de Cáceres./Img.A.Sáiz-AVAN

El Santo Cáliz estuvo en Alicante en 1809 y en Ibiza y Mallorca de 1810 a 1813

El Santo Cáliz, con el tesoro de la Catedral, permaneció en Alicante en 1809 (donde estuvo diez meses) e Ibiza en 1810 (donde permaneció año y medio) antes de ir a Mallorca donde estuvo hasta el final de la ocupación francesa de Valencia.

El tesoro viajó en varias decenas de cajones de diversa magnitud. Según el Padre Calbo, en el regreso desde Alicante a Valencia hubo tormentas y zozobras, si bien las piezas apenas sufrieron. “Hubo grandes riesgos derivados del peligro francés, del peligro español por apropiarse de las riquezas no imprescindibles para el culto, del mar al hacerse los traslados en las peores épocas de navegación, y de los corsarios enemigos que se presumían al corriente. A ello se sumaba el peligro de una población a la que parece haberse querido manipular vertiendo acusaciones sobre el contenido del cargamento evacuado, quizá en el ánimo de utilizar el episodio para provocar cambios en el poder político local. Vistos los numerosos avatares, incluida una navegación con graves contratiempos, puede considerarse un verdadero prodigio el que el Santo Cáliz superase aquel tiempo”.

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Crónica escrita con “gran inteligencia”

Según el autor del libro, para este trabajo ha recibido “dos grandes ayudas”, la del relator de esa crónica, que es quien merece toda nuestra consideración”, el padre Calbo, uno de los “héroes de aquel episodio”, que hizo una “crónica perfecta, escrita con una grandísima inteligencia y un gran sentido analítico”, y la del propio Archivo de la Catedral, a su personal y responsable por sus orientaciones y facilidades para el estudio.


 “Existe algo de providencial, de prodigioso, en el hecho de que el Santo Cáliz finalmente sobreviviera a toda aquella etapa, simplemente por los traslados marítimos, en los que hubo momentos muy peligrosos, de mucha tormenta, incluso en momentos de enfrentamiento con las tropas francesas”

En esa misma linea se ha expresado el canónigo conservador del Patrimonio Artístico de la Catedral, Jaime Sancho, que ha elogiado la figura del Padre Calbo gracias al que “hoy en día sobrevive el Santo Cáliz, porque – además de relator y beneficiado de la Catedral- lo defendió por donde iba pasando ante las autoridades que querían fundir el tesoro para hacer plata”.

“Como dice el autor, es algo prodigioso que el Cáliz haya llegado a nuestros tiempos, el Cáliz no tiene milagros pero sí el milagro de su conservación”, según Sancho que ha añadido que el libro se pondrá a la venta en librerías y en la tienda de la Catedral y de su Museo.

En la rueda de prensa de la presentación del libro ha intervenido Juan Miguel Díaz Rodelas, canónigo celador del Santo Cáliz, que ha destacado el “valor” de este trabajo por su contenido y ha expresado la satisfacción del Cabildo de la Catedral, así como de la Real Hermandad del Santo Cáliz y de la Cofradía del Santo Cáliz de Valencia, porque “conocer mejor la historia del Santo Cáliz contribuye a estimar lo que significa la reliquia y, sobre todo, que a través de ella nos unamos más a nuestro Señor Jesucristo”.

César Evangelio, autor del libro, firmando un ejemplar/Img.A.Sáiz-AVAN

Así, en el acto de presentación de la obra han tomado parte el presidente de la Real Hermandad del Santo Cáliz, Juan Noguera, Marqués de Cáceres, y el presidente de la Cofradía del Santo Cáliz, Antonio Rossi, así como el canónigo archivero de la Catedral, Vicente Pons, y Juan Ignacio Pérez, técnico del Archivo de la Catedral.

“No somos conscientes del privilegio de tener el Santo Cáliz en la Catedral de Valencia”

Evangelio terminó resaltando que “no podemos sino sentir admiración por todos los que hasta ahora han investigado el Santo Cáliz” y respecto al trabajo desarrollado por él mismo, ha subrayado que “la humildad nos exige recordar siempre que el Santo Cáliz, al margen de lo intelectual, es ante todo un valor espiritual cuya dimensión universal desborda todas nuestras capacidades y propósitos; su vínculo con la Catedral de Valencia es un privilegio del que muchas veces no somos conscientes”.

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