Antonio Gil-Terrón Puchades
Valencia, sábado 11 de mayo de 2019
“Te amo”, es lo más hermoso que se le puede decir a alguien; sin embargo, lo que habitualmente se suele usar es el posesivo “te quiero”.
Porque el querer es materialista y pueril en sí mismo; no ofrece nada y exige poseer aquello que se quiere.
Todo lo que me gusta la expresión: “la amo a morir”, me desagrada: “la quiero a morir”. Y es que uno puede amar con locura, desde el silencio de los cómplices sueños que todo lo alcanzan, pero eso de “querer a morir”, huele más a drama de crónica de sucesos que a amor.
Tal vez sea porque quien ama es capaz de morir por aquello que ama, pero cuando hablamos de “querer a morir” nos encontramos con que el sujeto, si no puede poseer aquello que “quiere a morir”, más que morir, seguramente lo que será capaz es de llegar a matar para que nadie pueda poseer el objeto de sus posesivos deseos.
Cuando amas a alguien, lo que deseas es su felicidad, independientemente que sea contigo o sin ti. Simplemente, que sea feliz; nada más.
El amor es incondicional. Se da y entrega sin esperar nada. No hay negocio; no hay trueque; solo amor. El querer, es otra película…; a veces de terror.
NOTA: “Je l’aime à mourir” (“La amo a morir”) es un precioso tema del cantautor francés Francis Cabrel. La primera persona que tradujo la canción al español le dio el título de “La quiero a morir”; tal vez porque el idioma galo no era su fuerte, o porque le traicionó el subconsciente.
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