Opinión

En todas partes he visto

Antonio Gil-Terrón Puchades

Se suele clasificar y encasillar a las personas por razón de su sexo, raza, color de piel, signo político, y religión. Sin embargo, la clasificación que yo hago es mucho más simple; que no minimalista.

Divido a las personas en dos grupos: Buena gente y gente mala. Y no por estar a favor del “multiculturalismo”, que no lo estoy; ni por ser buenista, que no solo no soy, sino que además es algo que me produce arcadas.

No. La clasificación que hago es fruto de los años y la experiencia de haber conocido y tratado con personas de diferente sexo, color, ideología y raza; homosexuales y heterosexuales; cobrizos, amarillos, negros, blancos, y mulatos…; rojos y azules. Una experiencia que me ha llevado a hacer mías las palabras de Antonio Machado:

«He andado muchos caminos, he abierto muchas veredas; he navegado en cien mares, y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto caravanas de tristeza, soberbios y melancólicos borrachos de sombra negra, y pedantones al paño que miran, callan, y piensan que saben, porque no beben el vino de las tabernas. Mala gente que camina y va apestando la tierra…

Y en todas partes he visto gentes que danzan o juegan, cuando pueden, y laboran sus cuatro palmos de tierra.

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Nunca, si llegan a un sitio, preguntan a dónde llegan. Cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja, y no conocen la prisa ni aun en los días de fiesta. Donde hay vino, beben vino; donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos, descansan bajo la tierra.»

Así de sencillo: Buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan; y mala gente que camina y va apestando la tierra.

Es la voz de la experiencia. Pero es que además, para un cristiano convencido, y yo lo soy, no cabe dividir a las personas de otra manera.

Y si alguno me dice que lo que abunda en la Tierra no es lo blanco o lo negro, sino lo gris, le responderé que sí; que el gris, el color de la tibieza, la mediocridad y la indiferencia, el peor color de todos, es el que abunda, y con su pasividad permite que el mal actúe, se reproduzca y crezca; imposibilitando con su permanente inacción que el Mundo algún día pueda ser de otra manera.

La indiferencia; ese estiércol que no enriquece ni abona, pero apesta la Tierra.

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