NO ES ESO, NO ES ESO

El Jamelgo-
Está volviendo a los mentideros educativos el martilleo reiterativo de la conveniencia o no de las expulsiones a los alumnos disruptivos. Hay opiniones, como no puede ser de otra manera, tantas como colores en un círculo cromático. Me llamó la atención una viñeta, que nos hicieron llegar a través de grupos educativos en las redes sociales, en la que aparece un maestro iracundo, que a viva voz, señala la puerta de salida a un pobrecito alumno representado con orejas de burro, con una actitud sumisa y resignada y varios miles de dramas reflejados en su cara. No sé si se dará algún caso de esa índole, pero mi propia experiencia y mis ojitos lo que han visto es que los casos de expulsión de un centro educativo suceden después de faltas muy graves de agresiones, respeto, o acoso; y en todas las ocasiones después de intentar reconducir la situación de manera lo más “pedagógica” posible (programas de modificación de conducta, psicólogo, mediación…). No es cierto, en la mayoría de los casos, que el maestro sea el ogro y el alumno el corderillo (por mucho que se empeñe el juez Emilio Calatayud). Si queremos buscar soluciones, lo primero que hemos de hacer es partir de unas premisas fundamentadas en la realidad.

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