EMPECEMOS EXPERTOS: EL CURRÍCULO

El Jamelgo-
Siguen las comisiones, los expertos, los políticos, los sindicatos, los psicólogos, sociólogos, pedagogos, patronales, editoriales…y un largo etcétera dando vueltas a las vueltas de la cosa educativa. A lo mejor el asunto no es tan complicado, y tantas mentes privilegiadas con tantas teorías a laberínticas no hacen más que dibujar un mapa incomprensible e ininterpretable para el maestro de campo (el que realmente sabe carencias y posibilidades potenciales de su trabajo), todo eso aliñado con una burocracia pantagruélica, a la par de inútil, que parece pensada para restar eficacia al docente por motivos obvios.
Quizá debieran empezar por los cimientos: el currículo. Hay que clarificar y simplificar, el qué, el cómo y el cuándo han de aprender nuestros alumnos. Centrarse en la calidad y no en las cantidades, fijar unos mínimos, claros e irrenunciables, sobre los que construir aprendizajes profundos, sensatos, útiles y eficaces. Inundamos de cuadernillos, de librazos y de recursos que llenan las cajas de las editoriales pero no las cabezas del alumnado. Hay que aspirar a que el alumno se convierta en una versión repetida y minimizada de un texto, un ordenador o un teléfono móvil; han de saber hacer lo que los anteriores no pueden. Se trata de “humanizar” a las personas en plena era tecnológica (los hijos de los celebritos de Silicon Valley asisten a escuelas en los que no se ve una pantallita: lápiz, libretas, pizarra y sus manitas). Se trata tanto de saber como de saber qué hacer con lo que se sabe. Se trata de conocimientos, pero también de habilidades, de principios, de hábitos, de cualidades, de valores, de chispa, de espontaneidad, de originalidad y de investigación, de descubrimiento y de creación. ¿Cómo metemos eso dentro de un texto, una tableta o un pendrive?

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