CONSTRUCCIÓN NOMINAL (II)

CONSTRUCCIÓN NOMINAL (II)

En este afán de condensar telegráficamente se llega a romper, según Criado de Val, la propia estructura del idioma: Cupón PRO ciegos; venta Post Balance. «El esquema a que va siendo reducido el idioma …, puede degenerar en una pobreza irreparable -escribe el autor citado. El español se defiende mejor que otras lenguas, gracias a su indudable fuerza conservadora y a la estrecha fusión que en él existe entre el lenguaje hablado y popular y el escrito y literario, que se influyen y corrigen mutuamente».

No obstante, la construcción nominal llega ya hasta el estilo literario (Azorín es buena muestra de ello) y no es infrecuente leer trozos de prosa como el que sigue:

Pleno campo. Árboles, pajarillas y brisa. Aire sano, sonar de esquilas. Arroyos entre las peñas. Ovejas en un prado verde. El pastor: cayada al hombro, un cigarrillo entre los labios y la boina calada. Albarcas de goma ...

Construcción ésta sin un verbo. Toques de color aislados, sueltos. Procedimiento parecido al de los pintores «puntillistas» que pintaban a base de pinceladas yuxtapuestas. Es un modo de hacer característico de nuestro tiempo, pero que, si se exagera, resulta terriblemente monótono. El sistema nominal «puntillista» llega hasta la propia poesía. Y así, Antonio Machado escribe:

¡Chopos del camino blanco,

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álamos de la ribera;

espuma de la montaña

ante la azul lejanía;

sol del día, claro día!

¡Hermosa tierra de España!

«En el fondo -comenta Wolfgang Kayser-, no se trata aquí de elipsis en el sentido de omisiones: si añadiésemos un verbo, falsificaríamos el sentido y la esencia de estos mundos poéticos. Aquí no hay, como base, hechos terminados que puedan reproducirse lingüísticamente por medio de sujetos, verbos, complementos; estos mundos son menos precisos.» En realidad, a nuestro juicio, en los ejemplos citados se trata de un plasticismo pictórico. La palabra -las frases nominales- actúan aquí como las pinceladas sobre el lienzo del pintor. La sintaxis desaparece, por así decirlo, del papel –en frase de Thibaudet- para pasar al espíritu del lector. Se escribe sin verbos -alma de la frase- y se deja al lector la tarea de concebir -sentir- lo escrito como si tales verbos existieran gráficamente.

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