Corren tiempos revueltos para los maestros y los palos asoman por los cuatro puntos cardinales-añadimos el “arriba” y el “abajo”, con lo cual me salen seis-. La “libertad de cátedra”del profesorado (defendida y sostenida por la Constitución y por varias sentencias que crean jurisprudencia para todos los niveles educativos) está siendo amenazada por los nuevos gurús de la nada y por los estandartes del “postureo” educativo. Ahora resulta que te encaminan en un método u otro- no teniendo en cuenta al profesor, ni siquiera a los resultados obtenidos- sino a la nueva moda de la “neuronada” y del” cooperanadismo”. Cualquier encorbatado que visite el centro representando tal o cual editorial, te dicta las pedagogías a utilizar y te endosa toneladas de materiales (a costa de administraciones, padres, o centros); si encima tiene la habilidad de engatusar a las altas esferas es casi seguro que te los comes. Y si luego le preguntas: -“¿Pero tú de qué diste clase y en qué niveles?”- Te responde casi ofendido:-”Perdona, yo siempre he sido comercial”-. Así que no sabes qué vena cortarte primero.
Nadie defiende con el ahínco que se merece el que un profesor explique las tablas de multiplicar, el Imperio Romano o las subordinadas adverbiales…colgado de una lámpara, si así lo desea y los resultados son óptimos. No, hay que ponerlos de cuatro en cuatro, o en fila de a uno, o por parejas…o como se le ocurra al iluminado de turno. No respetan nuestra profesión y los que menos la respetamos somos los propios docentes.
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