EDUCAR LA AFECTIVIDAD

Los padres tenemos la gran suerte de tener la posibilidad de influir positivamente en nuestros hijos. El cariño hacia ellos nos permite que se creen lazos de confianza y de apego. Nos creen, se fían de nosotros y hemos de aprovecharlo para ayudarles a ver la vida afectiva y sexual como lo que es: una capacidad del ser humano que le permite salir de sí mismo y amar a otro ser humano, abrirse y dejarse querer por el otro.

La formación de la afecticidad debe ser:
1. Continua. A lo largo de toda la vida del hijo. No basta con tener una charla y no volver nunca más a tocar el tema.

2. Previa a las necesidades. Hay que adelantarse siempre a las posibles dudas o preguntas que se vayan a plantear. Neurológicamente, las ideas se asientan según los periodos sensitivos del niño. Si se asienta una idea en su sitio, y ocupa su lugar, será esa y no otra la que quede en el cerebro como dominante. Si la belleza y la bondad de la sexualidad quedan grabadas en sus vidas, siempre distinguirán amor verdadero del que no lo es. Debemos tener en cuenta que siempre veremos a nuestros hijos más pequeños de lo que son.

3. Individual. Cada hijo con su padre y cada hija con su madre. De modo que sepan que son únicos. Que tienen su tiempo para preguntar todo lo que necesiten.

4. Plena. Contestando siempre a todas las preguntas.
Si no sabemos, les responderemos cuando nos hayamos informado o pensado cuál es el mejor modo de responderles.

5. la sexualidad, desde el amor. Hablaremos de sexualidad siempre desde el punto de vista de una persona que necesita ser amada y aprender a amar.

G. Paulatina. A cada edad se les explica cosas diferentes.

7. Disponible. Aunque no entiendan lo que les explicamos, les quedará claro que pueden acudir a sus padres cuando quieran, que es a quienes deben acudir.

No debemos dejar que la responsabilidad de algo tan importante como la formación para el amor quede en manos del centro educativo. Aunque sí debemos tener en cuenta que exista una sintonía entre casa y escuela.

La formación de la afectividad y la sexualidad es de vital importancia en la vida de nuestros hijos. El objetivo es que sean personas capaces de amar y ser amadas. Que la verdad de sus vidas se manifieste en sus afectos, que sepan expresar los sentimientos y reconocer los del resto, que sean empáticos y puedan darse cuenta de las necesidades de los demás y de pedir lo que ellos necesitan para vivir con equilibrio.
(Mónica de A YSA, Hacer Familia,Abril 2016)

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