El fútbol no deja de sorprenderme.
En el tramo final del partido entre el Nantes y el PSG, un jugador del equipo que entrena Claudio Ranieri (viejo conocido de la afición valencianista) tropezó involuntariamente con el árbitro. Toni Chapron, que así se llama el colegiado, cayó al suelo y desde ahí le soltó una patada a Diego Carlos y luego le mostró una segunda tarjeta amarilla y la consiguiente roja y expulsión ante el asombro general de cuantos asistían al encuentro.
El Nantes se quedó así con diez jugadores en los últimos minutos del choque que ganó el Paris Saint Germain por 0-1 con el gol del argentino Ángel di María.
Ante el gravísimo incidente, La Dirección Técnica de Arbitraje (DTA) ha decidido suspender indefinidamente al colegiado y el caso se remitirá ahora al Comité Disciplinario de la Liga, que deberá abrir una instrucción.
Más que un partido de fútbol, lo del Nantes y el PSG se pareció más a una partida de parchís: «Te como, te mando a la casilla de salida y me cuento veinte». ¡Con un par!
Sólo faltaba que al árbitro en cuestión lo hubiesen pillado cargado con bolsas de regalos del PSG a la salida del estadio, ¿que no?
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